Partiendo de que no haya fraudes en las votaciones más allá de que se pueda comprar el voto, y, de que según reconoce el propio gobierno israelí, ellos mismos han fomentado que se vote su propuesta televisiva, no sabemos con hasta qué herramientas, y, también, obviando el indudable valor musical de las dos canciones enviadas por la TV israelita en los dos últimos años en una apuesta notable por hacerse con el premio, y con la organización, que no sería poca cosa, de la edición subsiguiente del concurso, debemos resaltar el hecho incuestionable de que los seguidores del festival, supuestamente europeo, votan bajo criterios no estrictamente del mundo de la canción. Sí se vieron influidos por la guerra cuando dieron un triunfo a Ucrania que no merecía musicalmente, algo que no es discutible, tras la invasión por Rusia de su territorio, deberíamos admitir ahora alguna influencia derivada de la desmesurada respuesta militar israelí en la franja de Gaza a la agresión realizada por Hamás.
Columnistas y contertulios de nuestro país dan la culpa de que en España haya ganado Israel en votos populares al gobierno "social comunista" por alentar un rechazo que se ha vuelto en su contra. Podría valer como tema doméstico, pero ¿está diciendo nuestra derecha que es Sánchez quién ha hecho que las votaciones populares de ¡37 países! sean resultado de sus políticas? Vamos, resulta hasta ridículo el enunciado. Y es que más allá del sucio juego político doméstico el resultado merece una consideración seria.
Si dicho esto damos como increíble que Israel gane en la tele voto entre los eurofans globales, la conclusión no puede ser otra diferente de que el relato que nos llega a nosotros sobre los hechos de Gaza no es el mismo que está llegando a las otras 36 naciones participantes en la votación. De lo contrario, los votantes habrían mantenido el anti-belicismo que mostraron cuando se dio ocasión en el pasado.
La manipulación de la opinión pública es un arma de guerra desde la II Guerra Mundial. El cuarto poder, representado hoy por la prensa y las redes sociales no se escapa del ambiente bélico y sufre continuas manipulaciones interesadas de difícil identificación y pronostico.
Mientras, los otros tres poderes que deberían cuidar de que esto no pase -justicia, parlamento y gobierno- están a la gresca constante con un insoportable ruido que todos deberíamos intentar no alentar.