El otro dÃa me enteraba, casi por casualidad, de una
gesta deportiva que deberÃa haber copado titulares de prensa, y no solo
especializada. El equipo femenino español de atletismo de relevos 4 x 100 se
proclamaba campeón del mundo, y, por si eso fuera poco, sus compañeras del 4 x
100 se hacÃan con la plata mundial. Un campeonato y un subcampeonato que deberÃan
haber sido portada de todos los informativos y pasaron casi desapercibidos. No
sé si era porque en esas mismas fechas se jugaba lo que han dado en llamar el "clásico"
y que no es otra cosa que el enésimo partido entre los dos equipos más seguidos
del fútbol masculino español, o, simplemente, porque lo que no sea fútbol y
algún que otro deporte masculino no importan un pepino. Sea cual sea la razón,
es una verdadera lástima, por no llamarlo "vergüenza" directamente.
Cuando se cuentan estas cosas, siempre hay alguien que
responde que ocurre porque el fútbol es lo que importa, lo que mueve dinero,
sobre todo si de fútbol masculino hablamos, por más que, por suerte, las
futbolistas atraen cada vez más atención. Pero este es un argumento tramposo,
porque es difÃcil que a la gente le interese algo de lo que no se hable y, como
no se habla de ello, no interesa. Y esto sà que es un verdadero clásico: la pescadilla
que se muerde la cola.
Tampoco era el único caso. En estas mismas fechas,
el valenciano equipo de baloncesto femenino Valencia Basket ganaba la liga por
tercera vez, una verdadera pica en Flandes de la que tampoco se habló apenas, y,
menos todavÃa, fuera de las fronteras de nuestra comunidad. Solo a modo de
botón de muestra, comparemos con las celebraciones por la liga ganada por el
equipo de fútbol masculino, y se nos caerá el alma a los pies. Y no solo eso,
comparémoslo con la celebración de cualquier partido, y el resultado será
desalentador. Desalentador para la igualdad, desde luego.
Soy consciente de que esta ventanita desde la que me
asomo al mundo no puede aportar demasiado de cara a la visibilización de estos
y otros logros, pero no podÃa dejar de escribir sobre ello y hacer mi
particular homenaje a estas campeonas. Y, aunque diga el refrán que un grano no
hace granero, me acogeré a la conocida sentencia de Eduardo Galeano: "Mucha
gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el
mundo". Ahà lo dejo.