¿Dónde está la ética? ¿Y la estética? Son preguntas que
cualquier amante del servicio público se pregunta hoy en dÃa, y no solo Mónica
Oltra. Vamos a hablar de polÃtica. Hay que cambiar, sÃ, el rumbo que está
tomando la polÃtica en la actualidad. Se están perdiendo los valores
fundamentales sobre los que se remonta el honor de servicio público.
Vayamos a la Antigua Grecia, sede y cuna de la Democracia
Occidental; lugar de nacimiento de grandes pensadores, de oradores y de los
primeros servidores públicos. Allá donde todos los ciudadanos eran llamados a debatir
en la asamblea para tratar los temas que preocupaban acerca de la gestión de la
polis. Se trataba de un privilegio y un deber el participar en la Politeia, que
no era otra cosa que la búsqueda del bienestar general.
Para un ciudadano de la Polis, no podÃa haber mayor honor y
satisfacción que representar a los suyos e involucrarse en la la idea de la res
pública. ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha cambiado desde entonces para que se hayan perdido
los valores primigenios? Observamos cómo a diario, en las tertulias, se ha
abandonado las formas, la educación y, lo más importante, el debate
constructivo; para basarlo en la polÃtica del ataque: esa polÃtica basada en la
crÃtica fácil, en la exacerbación del populismo, en la pérdida del respeto al
adversario o, simplemente, en el abandono de ideas tan básicas como la justicia
y la presunción de inocencia.
Esto se hace aún más evidente cuando centramos nuestra
mirada sobre la izquierda de este paÃs. No hay más que ver cómo los lÃderes de
los distintos partidos que se encuentran a lo largo y ancho de este espectro polÃtico
han dejado de lado la herencia recibida de los grandes intelectuales progresistas.
¿Dónde han quedado las ideas de esa izquierda utópica, con proyecto de futuro?
O, ¿dónde están esos grandes pensadores y filósofos que nutrÃan de valores y
principios y que lograron cambiar el curso de un paÃs, o incluso de la
historia, como Neruda en Chile? ¡Qué grandes artistas nos ha proporcionado la
izquierda, también! Y no los de ahora, que se limitan a ser mercenarios que se venden
al mejor postor a cambio de un sueldo y un sillón.
En esta lÃnea, permitidme que os cuente un ejemplo de primera mano: en mi municipio, San Antonio de Benagéber, estas últimas semanas hemos visto la prueba palpable de, precisamente, esa degeneración de la polÃtica de la que hablaba. Hemos visto cómo la izquierda interesada ha sido capaz de intentar pactar con la opción polÃtica más antagónica, traicionando a su propio electorado, por una desmesurada ansia de poder, por medio de artimañas y engaños.Bien es sabido que no soy votante de CompromÃs, Podemos, Plataforma o cualquiera de las agrupaciones que conforman el conglomerado de Guanyem SAB. Pero pienso, como ciudadano interesado en la polÃtica de su municipio, que se trata de una puñalada a sus valores y a los que confiaron en ellos. Por ello, y como harÃa cualquier persona con unos valores e ideas claras, deben ser estos quienes exijan responsabilidades a los que han tirado por la borda todo lo construido por la izquierda. Tengo que dar la razón a los ciudadanos de la Antigua Grecia. No hay nada más bonito y reconfortante para un humilde servidor de lo público que ver la satisfacción y recibir la aprobación de sus conciudadanos, de sus vecinos y, en definitiva, de sus amigos. Devolvamos, juntos, el honor a la polÃtica.