Cada
semana dedico este espacio a algún tema de actualidad que puede
interesar. Doy mi visión pequeña de cosas grandes. Pero hoy haré
lo contrario. Regalarlos una lectura grande de una cosa pequeña,
como la boda a la que asistà la pasada semana.
En
realidad, el titular no es del todo cierto. Lo correcto serÃa decir
que era la boda de una de mis mejores amigas. Pero asà me alejaba de
la evocación de la conocida pelÃcula de Julia Roberts que me veÃa
como anillo al dedo -nunca mejor dicho-, asà que decidà tomarme la
licencia poética. Porque yo lo valgo.
Soy
de esas privilegiadas que conservan amistades desde que la memoria
alcanza, y más allá. Se casaba una de ellas, una de las cuatro
inseparables, y lo hacÃa más de un cuarto de siglo después de que
lo hiciéramos las demás. En todo este tiempo, hemos compartido
risas y lágrimas, bodas, bautizos, comuniones y funerales, éxitos y
fracasos. No recuerdo ningún momento importante de mi vida en que no
estuvieran ellas. Por eso esta boda era tan especial.
Confesaré
algo. Creo que, desde el momento que conocimos de primera mano la
decisión de los novios de casarse, nos volvimos locas de emoción y
asumimos la cosa como nuestra. La boda dejó de pertenecer en
exclusiva a la pareja y pasó a ser también un poco nuestra.
Han
sido dÃas de locura. Dos grupos de WhatsApp quemando, uno con la
novia y otro sin ella, para organizar detalles como despedida de
soltera, pruebas de vestido y complementos -mascarilla a juego
incluida-, ramo, muñecos de la tarta, arroz y pétalos para la
salida, regalos y, por supuesto, algo bonito que ponernos, que nada
era bastante para la ocasión. Y otro grupo con más amigas y
familia, para compartir una despedida de soltera que nada tenÃa que
ver con las despedidas al uso. FaltarÃa más.
Es
un privilegio tener amigas asÃ. Es la prueba de que para ser
hermanas no es preciso compartir genes. Solo es necesario compartir
momentos como estos. Un momento en que recordaba a la madre de la
novia que, cuando sabÃa que se iba de este mundo, le dijo que
marchaba tranquila porque sabÃa que tenÃa a sus hermanas, aunque no
habÃa parido más niñas. Se referÃa a nosotras.
Incluso
hubo instantes en que temimos que la pelÃcula de Julia Roberts a
emular fuera otra, Novia
a la fuga. Pero al
final La boda de mi
mejor amiga resultó
un éxito absoluto. Y no podÃa dejar de compartirlo.
Porque,
a veces, las cosas más pequeñas son las más grandes cosas.