Ha
poco estaba leyendo unos poemas de Vicente Aleixandre que habÃan
caÃdo entre mis manos por la loca suerte de una cita- más que una
alusión era una forma de alargar el aludido ensayo- de un libro de
la Historia de España del siglo XX.. La cita, o más bien la excusa
para realizar el libro, me hizo volver la cabeza y
descubrir de arriba abajo con la mirada indisimuladamente perdida y
aturdida hasta llegar a su punto más bajo una pila informe de
libros, que rozaba el suelo excepto por la salvaguarda de unos
inocentes y sufridos papelillos ya muertos de años, vejez y
nicotina; los cuales, más por raza que por vocación y más por
destino que elección permanecÃan sólo atados al mundo por la
pesadez de unos cuantos quilos de peso que los liberaban de tan
quijotesco cautiverio.
No
sé por qué extraña razón miré de entre los libros que tengo
ordenados- pocos para población tan extensa y numerosa- si
poseÃa fÃsicamente alguna de las obras de Aleixandre. No encontré
ninguna a mano y me puse a registrar de entre las cajas de libros que
tengo guardadas en una habitación de casa; me dispuse asà yo movido
por tan vehemente y arrebatada pasión, en una existencia
complaciente en la lectura de las bellas letras, barnizadas con el
grisáceo pensamiento de su pasada razón de ser…..y de varios
metros cuadrados en casa..
Al
final, ya cansado y emporquecidas mis manos por el polvo que
protegÃan y resguardaban de la desidia- o de la perfección-
los libros, recordé de repente la imagen de Francisco
Salinas -poeta, profesor…-…A él le debo que ese dÃa me pusiera
a buscar un libro de poesÃa…y cómo el decÃa en clase leyendo a
Lorca y que todos repetÃamos al unÃsono…"A las cinco de la
tarde….". Ya han pasado 17 años y él ya no está…pero yo sigo
buscando de entre mis libros una obra de Aleixandre aunque él
siempre adorara especialmentre a Max Aub; mientras, de entre mis
libros sin lÃmite ando buscando esforzadamente el antedicho
propuesto, salvando olvido, cautiverios no resueltos y polvo
amarillento de corazón tan vivo.