La
relación entre música e imagen existe desde la Antigüedad.
Tradicionalmente, creadores de diferentes ámbitos como la pintura,
la literatura o la música imaginaron, como afirma Ana MarÃa Sedeño,
"una música de colores para el ojo o una música tonal para el
oÃdo". Dicha utopÃa estética queda representada en las armonÃas
de color y sonido, asà como sus correspondencias entre olores y
colores, propuestas por Aristóteles y Pitágoras.
Originalmente, la música no quedaba delimitada a su propio ámbito,
sino que se proyectaba en otras disciplinas. Como bien explica Lewis
Rowell en su Introducción a la
filosofÃa de la Música,
se la consideraba valiosa por su "capacidad de despertar, complacer
y regular el alma y de producir buenas cualidades en sus oyentes",
pero también se desconfiaba de ella por su "capacidad de
sobreestimular, drogar, distraer y llevar a excesos a la conducta".
PodÃa encontrarse en el timbre de la voz, las matemáticas o el
teatro: desde la recitación poética –la musicalidad era
imprescindible para la memorización– hasta las primeras
representaciones escénicas donde música y dramaturgia se unÃan
mediante la danza. Su práctica más directa estaba en los rituales
dionisÃacos, sirviendo "para apaciguar y aliviar los
sentimientos", "purificando las almas". Según Platón en su
obra capitular La República o el Estado, la gimnasia era a la
educación del cuerpo lo que la música a la formación del alma.
Ya en el s. XVI, con el Renacimiento como recuperación de la cultura
clásica, Giuseppe Arcimboldo manifestó su interés sobre las
"correspondencias sensoriales, de las posibles equivalencias entre
colores y sonidos". La relación entre música y pintura le llevó
a establecer una teorÃa de la armonÃa cromática. Su invención del
"clavicémbalo de colores" combinaba sonidos, luces y sombras.
Este hito puede relacionarse con el piano de luces de Alexander
Scriabin, que proyectaba luz mientras sonaba, sirviendo para
experimentos multi-sensoriales como Prometeo (1910). Scriabin
creÃa en la conexión entre las artes y las diferentes percepciones.
Un siglo y medio posterior a Arcimboldo, el matemático jesuita Louis
Bertrand Castel ideó su proyecto del "clave ocular" (1725),
haciendo "visible el sonido" y convirtiendo los ojos en
"confidentes de todos los placeres que la música puede ofrecer al
oÃdo". Su tesis influyó en compositores como Grétry, cuya
Analogie des couleurs avec les sons (1769) dice: "el
lenguaje del músico es el mismo que el del pintor". La historia
de la música ejemplifica esta simbiosis entre música y pintura con
obras como Cuadros de una exposición (1874), donde Modest
Mussorgsky musicaliza obras pictóricas de VÃktor Hartmann.
El sentido de "lo pictórico" y de lo "literario" queda
asociado al ámbito escénico en músicos como Berlioz, para quien la
instrumentación representaba en música lo mismo que lo poético en
el ámbito literario o en "el colorido en la pintura". Su
SinfonÃa fantástica (1830), es exponente de la música
programática, donde la evocación visual se produce mediante la
capacidad expresiva de la música. Berlioz destacó a Wagner por
"pintar el espacio y la profundidad", por lo que no es extraño
que el compositor alemán aunara las diferentes disciplinas en la
"obra de arte total" (Gesamtkunstwerk). A su cohesión hay
que añadir el dominio de cada una, supervisando sus óperas de
principio a fin.
Para Kandinsky, la "composición escénica" también será "la
primera obra del arte monumental", argumentando que el aprendizaje
de las artes debÃa ser recÃproco. La relación que establece entre
visualidad y sonoridad se encuentra influida por la obra
Thought-Forms de Annie Besant y Charles Webster Leadbeater
(1902), precursores al defender la posibilidad de generar imágenes
abstractas mediante la meditación, el pensamiento, las emociones y
la música.
La capacidad para asociar sonido e imagen refiere al concepto de
sinestesia, cuyo significado etimológico equivale a la unión de
sensaciones de diferentes dominios sensoriales. Los fundamentos de
la sinestesia fueron desarrollados por el pintor y poeta romántico
Philip Otto Runge, para quien la música era la "armonÃa en las
tres artes" –poesÃa, arquitectura y pintura–, y afirma: "Tiene
que verse música a través de la letra de un poema igual que tiene
que verse la música en una pintura bella".
La conjugación de las artes dará un paso más con la invención del
cine a finales del s. XIX, convirtiéndose en heredero del teatro
como representación de los distintos ámbitos artÃsticos. El
nacimiento del cine fue "uno de los mayores logros alcanzados por
la humanidad", siendo "la vida misma en movimiento".
Teatro y cine se disputaron su público potencial. No obstante, el
cine primitivo carecÃa de un elemento fundamental: la sonoridad.
Desde la invención del cinematógrafo, se probaron diferentes
tentativas para introducir el sonido en el cine, buscando mayormente
registrar fragmentos escénicos pertenecientes al género lÃrico. De
nuevo, el teatro musical como amalgama de disciplinas y antecedente
del cine. Por otro lado, los problemas técnicos produjeron la
sustitución de estos sistemas por el acompañamiento musical en
directo, a cargo de orquestas, conjuntos instrumentales, órganos o
pianos.
Este recorrido histórico muestra la importancia de la música en
diferentes vertientes, desembocando en su unión con la imagen
cinematográfica, donde finalmente se hizo indispensable.