Este junio, unos 270 000 estudiantes de segundo de Bachillerato se han enfrentado a la PAU, esa prueba que concentra en unos pocos dÃas años de esfuerzo, ansiedad y sueños de futuro. Diseñada, esta vez, con la intención de homogeneizar el acceso a la universidad a nivel estatal, la evaluación pretende ser justa, todo un reto para la comisión responsable de elaborarla. Y, aún más, para los profesores que se dan el atracón de corregir los exámenes en tiempo y forma.
Como cada año, las redes sociales pronto se han llenado de anécdotas, como el examen de inglés de Cantabria, que incluyó un texto sobre La isla de las tentaciones y la reacción de un tal Montoya al visualizar un vÃdeo de su pareja siéndole infiel. Un documento acertadÃsimo, sin duda, para evaluar la comprensión crÃtica, competencia lingüÃstica y madurez, con unos referentes de diez.
Lo de los inhibidores de frecuencia lo entiendo, pero que un tribunal obligue a un estudiante con discapacidad auditiva a quitarse los audÃfonos, argumentando que podrÃan ser un dispositivo para copiar, no. Me recordó a mis tiempos, cuando, en el examen de latÃn, una chica muy parecida a mà empezó a menstruar y no la dejaron salir del aula hasta que finalizó la prueba. Esta falta de empatÃa contrastó con lo que esperaba afuera.
A las puertas, algunas familias esperaban a sus hijos con flores, entre abrazos, lágrimas y móviles en alto. Hecho criticado en redes también, especialmente por los Millennials y los Z, que se escandalizan con los mimos que recibe la generación de "cristal". En el metro, un grupete de jóvenes sin dicho recibimiento, imaginaban la celebración con pizzas del súper y mucha bebida, como si esa fiesta pudiera compensar el peso de la tensión acumulada.
Nunca hay PAU a gusto de todos y menos para los afectados por la DANA. Aunque se ofreció una convocatoria alternativa en julio, muchos estudiantes han optado por presentarse ahora por temor a quedarse atrás en la elección de la carrera, aunque sienten que no han recibido la preparación adecuada. Sea como sea, ya está escalada la primera montaña. La universidad espera.