Hoy, día de las trabajadoras y los trabajadores, es un buen día para hacer balance. Tras tres años de gobierno de coalición de Unidas Podemos y PSOE, el balance en términos laborales es positivo aunque quedan cosas en "el debe" que son imprescindibles para que nuestro país y nuestra sociedad avance.
En "el haber", a modo de resumen, es destacable la desactivación de algunos aspectos más lesivos de la reforma laboral de Rajoy como el despido mientras la trabajadora o el trabajador está de baja. Hemos reducido la temporalidad, hemos legislado contra el modelo de explotación de Globo en favor de los Riders y hemos conseguido una subida sostenida del Salario Mínimo Interprofesional pasando de 735 míseros euros a 1.080 actuales. En "el debe", seguir subiendo los salarios, la recuperación de la indemnización por despido, rebajar la jornada laboral, afrontar políticamente el acoso en el trabajo, acabar con la brecha de género y ahondar en políticas de cuidados y de corresponsabilidad, (entre otros multiples aspectos a mejorar).
Los avances conseguidos, pilotados lógicamente por el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz, son fruto del trabajo político, militante y sindical de millones de trabajadoras y trabajadores que hemos empujado contra viento, marea y patronal. Estos avances son fruto también del trabajo político militante de miles de personas, son fruto de un programa electoral participativo. Avances que son fruto del trabajo parlamentario y de gobierno de Unidas Podemos y hay que recordar un matiz: la principal reforma laboral corrió serio riesgo al negociar con patronal y Ciudadanos en vez de negociar con las fuerzas del bloque plurinacional de investidura. De no ser porque un diputado del PP se equivocó al pulsar su botón no hubiera salido adelante por jugar a experimentos parlamentarios que hoy tienen su reflejo en un nuevo experimento electoral indefinido tácticamente.
Los avances laborales son fruto de millones de personas que depositaron la confianza en una fuerza dispuesta a plantar cara al poder y son fruto de un pacto de gobierno que no todo el mundo en la izquierda compartía y que ha dado como resultado el primer gobierno de coalición de la democracia moderna. Ojo con personalizar los logros, mucho ojo con olvidar la base social que empuja esos cambios. Si olvidamos a la gente que impulsa los cambios y si olvidamos que ese impulso nace de la contradicción de intereses entre patrón y empresario, olvidamos todo. Sin conflicto laboral no hay avances en derechos de las trabajadoras y trabajadores.
Un conflicto recorre València: el conflicto del SAD. Las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) privatizado por el Ayuntamiento, luchan. Ellas cuidan profesionalmente a nuestras personas mayores y a las grandes dependientes y a cambio empresas como Clece, de Florentino Pérez, una de las adjudicatarias, les ofrece jornadas parciales y parcializadas, múltiples desplazamientos y salarios ínfimos que ni siquiera aumentan pese a recibir, este año, más dinero público del Ayuntamiento de València, mientras tampoco se aumentan los beneficiarios ni las horas de servicio. La fiscalización de los contratos daría para otro artículo...
De estos hechos resulta una doble enseñanza:
1) El conflicto de estas trabajadoras nos interpela directamente como ciudad y sociedad. La política de cuidados debe ser una política estructural de València, debe ser pública, de calidad y con salarios y condiciones de trabajo dignas. Cómo Compromís y PSPV convinieron en julio de 2022 continuar con la privatización de este servicio es una pregunta que todavía no acierto a responder. El SAD debe ser remunicipalizado.
2) El conflicto del SAD expone cómo los conceptos de lucha y de contraposición frente al poder siguen plenamente vigentes y siguen siendo el motor de los cambios en favor de las mayorías.
Las sonrisas y los acuerdos están muy bien, pero solo llegan tras la lucha, y a veces no hay acuerdo, esas veces solo hay sonrisas en una parte y los avances llegan desde el BOE como ocurrió con la última subida del SMI, legislando para el bien y la dignidad de las trabajadoras y los trabajadores.
Los derechos laborales se consiguen luchando. La garantía de derechos contra las viejas y las nuevas formas del capital, como hoy los alquileres abusivos, se consigue luchando.
La salvaguarda de nuestros barrios frente a la turistificación, la precarización de la actividad económica y del trabajo se consigue luchando y haciendo ruido.
Al gobierno municipal de València de Compromís y PSPV le falta el impulso decidido de la izquierda transformadora, de la izquierda a la que no le tiemblan las piernas frente a los poderosos. Unides Podem - Esquerra Unida y nuestra candidata Pilar Lima encarnamos ese impulso en la institución, somos la fuerza decisiva para transformar la sociedad y la ciudad. ¡Sí se puede!