En estos dÃas ha vuelto a sonar una canción que todo e mundo conoce. La voz de Ana Belén sigue diciendo que solo le pide a Dios que las cosas no le sean indiferentes. La canción no es suya, aunque haya gente que lo crea porque en nuestro paÃs la letra de esta canción se recuerda en su voz, o en la de Antonio Flores. Pero fue el compositor argentino León Gieco quine la compuso en 1979, y desde entonces más de cuarenta cantantes de fama mundial y de todos los estilos la han interpretado.
Pero, por más hermosa que sea la canción, hoy no venÃa a hablar de ella sino de su contenido. Una letra que podÃa haberse escrito hoy mismo. Lo que no es, desde luego, una buena señal.
El compositor solo le pedÃa a Dios que el dolor no le sea indiferente, que lo injusto no le sea indiferente, que la guerra no le sea indiferente, que el engaño no le sea indiferente, que el futuro no le sea indiferente. Solo pedÃa que no le llegara la muerte sin haber hecho lo suficiente.
Sin embargo, hoy, más de cuarenta años después del momento en que se escribieron esas frases, nadie parece haber hecho caso a esas advertencias. Nos sentamos en el sofá de nuestras casas mientras vemos con indiferencia cómo las guerras matan cada dÃa a miles de personas, como la injusticia se ceba en los más necesitados, como hay dirigentes que nos engañan dÃa a dÃa, o como destrozamos nuestro planeta hasta el punto de comprometer su futuro.
No es que nada haya cambiado, es que hemos empeorado. Porque si antes no era fácil mirar hacia otro lado ante las injusticias que azotan el mundo, hoy es imposible. Hoy no hay que comprar un periódico para saber lo que pasa, basta con no cerrar los ojos y los oÃdos. Porque vivimos minuto resultado lo que pasa sin que eso nos aparte de la zona de confort en la que nos instalamos hace tiempo, con una mezcla de indiferencia y resignación muy peligrosa.
Por eso, hay que recordar cada dÃa la frase de Gandhi, que decÃa que "lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena". O la de Martin Luther King, que dijo que "no me duelen los actos de la gente mala, sino la indiferencia de la gente buena". Curiosamente -o no- ambos murieron asesinados.
Y es que la indiferencia también mata
SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (@gisb_sus)