No hay semana sin que alguna voz se alce en Sagunto para señalar el lamentable estado de nuestras calles. Esta vez ha sido el turno de los propios trabajadores de la SAG, que han hecho públicas sus quejas por la nefasta gestión que están sufriendo desde la gerencia. Y no, no hablamos de una sorpresa: hablamos de otra consecuencia más de la política de escaparate del alcalde Darío Moreno y su equipo.
Hace apenas unos años, se montó todo un espectáculo para cambiar al anterior gerente de la SAG. Aquel sainete, con tintes de episodio de serie mala, incluyó el voto en contra del actual socio de gobierno, Roberto Rovira, y la promesa de una modernización de los servicios que haría historia. Y vaya si la ha hecho… Pero por su ausencia. Lo que nos vendieron como una nueva etapa ilusionante se ha traducido en una gestión más opaca, con menos resultados y con un aumento en el malestar de la ciudadanía. Las promesas de eficacia y mejora se quedaron en papel mojado.
Mientras tanto, la tasa de basuras ha subido un 110%. Sí, han leído bien: ciento diez por ciento. Pero nadie en la gerencia ni en el gobierno municipal parece haberse planteado ninguna medida para amortiguar ese sablazo. El vecindario paga más, pero recibe menos. Las calles están sucias, la recogida de residuos falla a diario y las quejas no solo vienen del común de los mortales, sino también de clubes, asociaciones y hasta entidades sociales que antes preferían mantenerse al margen.
¿Dónde están los cambios estructurales que prometió el nuevo gerente apadrinado por Darío Moreno? ¿Qué problemas de los que arrastrábamos han sido realmente solucionados? Lo cierto es que ninguno. Y no solo eso: los fallos que antes eran puntuales ahora se han cronificado. Nos encontramos con un servicio público clave que va a peor mientras se nos exige a todas las personas contribuir con un sobreesfuerzo económico sin precedentes.
Sagunto necesita una reforma profunda y valiente en la gestión de su limpieza y servicios públicos. Y eso empieza por escuchar. Pero el problema es que Darío Moreno y su equipo no quieren oír. Las voces que claman por una solución real son muchas y muy diversas, pero desde el consistorio se impone el silencio, la soberbia y la autocomplacencia.
La limpieza en Sagunto no es solo una cuestión estética, es un símbolo de respeto a la ciudadanía. Y ese respeto, hoy por hoy, brilla por su ausencia.