Hace ya tiempo que el verano es menos verano. Las
vacaciones ya no son lo que eran, y ni siquiera para los escolares duran los
tres meses de antaño, que entre que los exámenes de septiembre son ahora en
julio, y que el colegio empieza mucho antes, están los pobre indignados porque
sus vacaciones han sufrido un recorte parejo a todos aquellos de los que han
oído hablar a sus padres. Y es que la tijera se aplica a todo, al parecer,
hasta a los días de asueto de nuestros niños.
Pero ya van varios años que echo a faltar algo que
había sido tan propio del verano como la sangría, la paella o el chiringuito
playero: la canción del verano. Me pregunto a dónde habrán ido a parar Los pajaritos de Maria Jesús que sonaban
machaconamente en cualquier verbena. Quizás se hayan ido con el gorila del
famoso baile, una vez que su intérprete, una Melody que se ha hecho mayor, le
ha dado la independencia, o hayan montado un zoo junto a aquel tiburón que nos repetía eso de No pares, sigue, sigue., o con el chipirón que hace no mucho se empecinaba
en recordarnos que Todos los días sale el
sol, como si no lo supiéramos Tal vez anden buscando La Barbacoa en El Chiringuito,
preguntándose Que será lo que tiene el
negro, o esperando que se dejen caer por ahí La Flaca, Eva María con
su maleta de piel y su bikini de rayas o Maria
Isabel y su sombrero, o su tocaya, Antes
muerta que sencilla, por supuesto. Igual entre todos han desentrañado el
significado de aquel Aserejé con el
que nos perforaron los tímpanos hace ya varios agostos.
Pero es que claro, se empeñaban en hacernos bailar, y
no está la cosa para bailes, por más que el famoso hijo de un no menos famoso
padre siga empecinado en que andemos todo el día Bailando. Pero ahora parece que no tenemos el cuerpo para jotas, y
ya nadie nos pide que Bailemos el Bimbo,
ni que demos Un pasito p’alante María
ni que nos conformemos con un sosegado Bailar
pegados, y ya nadie le dice que baile a Salomé,
por más que le sobrara el ritmo.
Como decía, el verano ya no es lo que era, y a nadie
le importa si Aquí no hay playa o si
le pisan o no, lleve o no lleve chanclas. La crisis, el paro y los recortes
varios se llevaron con ellos el espíritu del veraneo clásico y esos soniquetes
quedaron fuera de lugar. Y A quién le importa
si coges o no el tractor amarillo, el
Cadillac solitario, o La motocicleta que sirva para correr, a
no ser que te asalte la Melancolía y
quieras viajar en el tiempo, aún a riesgo de que te llamen El Venao o piensen que estás Loca.
Eso sí, como van las cosas, tal vez habría que
resucitar otra de estas perlas de la memoria colectiva, y salir a la calle para
gritar ante más de uno Que lo detengan,
coreografía incluída. Igual se implanta una moda para las próximas protestas
ciudadanas. ¿Alguien se apunta?
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