Susana Gisbert
Cuando
esta mañana vi el mensaje no lo podía creer. O mejor dicho, no lo
quería creer. Nos dejaba José Antonio Burriel de San Vicente, “el
Burri”, como él quería que le llamáramos.
No
podía creer que ya no recibiré más llamadas felicitándome por
esto o aquello, alentándome a seguir en esa lucha común que hemos
compartido y despotricando porque siempre se hace menos de lo que se
debería. Echaré de menos esas llamadas. Y mucho
Hace
ya más de veinte años que aterrizó en mi vida, para quedarse para
siempre, esa persona luchadora y afable que él era. Por aquel
entonces andaba metido en los cursos de especialización del colegio
de abogados de Valencia, uno de los primeros de España en tomar las
riendas contra la violencia machista. Pero también estaba en mil
historias más, entre premios, artículos, conferencias y reuniones
varias, siempre con el mismo propósito: acabar con esta pandemia que
es la violencia de género.
No
me voy a extender en su currículo, porque cualquiera puede tener
acceso a él, si es que no lo conoce. Pero sí en la persona, que no
todo el mundo conoce. Esa persona que siempre tenía preparada una
broma a golpe de su sempiterno bastón, que no le impedía
desplazarse allá donde hiciera falta. Hasta el infinito y más allá.
Esa persona que siempre tenía disponible el teléfono y que nunca,
nunca, se olvidaba de algo esencial. Burri siempre encontraba el
tiempo para llamarte cuando algo le parecía bien. Y, en un tiempo en
que las personas parece que solo abrimos la boca para quejas y
reproches, es un rasgo que siempre se agradece.
Tuvimos
tiempo, por suerte, para hacerle un homenaje en vida, en aquel
ochenta cumpleaños de enero de 2017, donde tantas personas se
acercaron, en persona o en espíritu, a devolverle, al menos, una
mínima parte de todo lo que nos ha dado. Recuerdo que fue ese mismo
día cuando recibí la llamada del Ayuntamiento diciéndome que ya
podía hacer público un hecho que era uno de los sueños de mi vida:
que iba a ser la mantenedora de la Fallera Mayor de Valencia. Tal vez
otros no le den importancia pero él, que sabía cuánto significaba
para mí, me dio uno de los primeros abrazos y me dijo algo que quedó
en mi memoria para siempre. “Sé que aprovecharás esta oportunidad
para reivindicar la igualdad”. Lo hice, sin duda. Y le llevé
conmigo aquel día, junto con tanta gente a la que quiero.
Siempre
me decía que me quería acompañar cuando me dieran el premio
Planeta, y el Cervantes, y el Nobel, que a desear cosas buenas para
las amigas no había quien le ganara. Diría que ahora no será
posible, pero me equivocaría. Si algún día gano algo, tened por
seguro que vendrá conmigo.
Gracias
por dejar un mundo mucho mejor del que te encontraste. Y gracias por
ser, siempre e incondicionalmente, amigo. Hasta siempre, Burri
SUSANA
GISBERT
Fiscal
(Twitter @gisb_sus)
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