Ana Ramón Rubio. FOTO VICENTE RUPÉREZ
No estaba predestinada.
Cualquiera diría que siendo hija de una médico y un asesor fiscal iba a ganarse
la vida como guionista y directora de cine. De pequeña descubrió, en las salas
que visitaba semanalmente, que quería contar historias. La primera, para El
sexo de los caracoles, no funcionó porque nunca se estrenó: “Lo viví como un
drama pero luego relativizas porque en esta profesión debes lidiar con esto”. Y
esto requiere “talento pero también aguante para soportar críticas, falta de
rutina e inestabilidad”. Echa en falta un tejido industrial cinematográfico
como en Francia y, sobre todo, en EEUU. Reivindica más espíritu crítico del
espectador, para que “transigiéramos más
hasta interiorizar que podemos hacer algo con lo que no estemos de acuerdo”,
incluso el polémico spot de Dani Mateo sonándose los mocos en la bandera española.
Reclama diferentes tarifas en las
taquillas, dependiendo de la película que se quiera ver y aplaude el peso de
las plataformas que, como Netflix, han frenado las descargas digitales.
Mientras anda liada con un
documental sobre una película que se rodó en Valencia en los 60 y no llegó a
estrenarse, pronostica larga vida al movimiento Me Too.
¿Están infravaloradas las
profesiones creativas?
Lo están bastante más que otras
que se consideran más necesarias, como los abogados o los médicos. Todo el
mundo que no se dedica al cine se cree que lo puede hacer mejor. Pienso que sucede
porque no se precisa de un título específico para desarrollar estas profesiones
y cualquiera puede acceder a la música, la pintura, el cine o la fotografía.
¿Son tan fáciles?
Todo lo contrario. No todo el
mundo tiene ni el talento ni la capacidad y mucho menos el aguante para dedicarse
a profesiones de este tipo, que requieren entrenamiento para soportar las
críticas, la falta de rutina y la inestabilidad. Debes ser responsable de ti mismo
para gestionar tu trabajo. De hecho, hace poco vino una señora a un rodaje
porque quería vernos trabajar y cuando acabó, se mostró sorprendida de lo duro
que resultaba, porque pensaba que era más divertido.
¿Cómo surge lo de convertirse
en algo tan atípico como directora-guionista?
Siempre me había gustado contar
historias y, de hecho, de pequeña quería ser escritora. Es verdad que a mis
padres les gustaba muchísimo el cine y me llevaban muchos fines de semana. Me
empezaba a fijar en cosas como la composición o las estructuras. En definitiva,
tenía interés en saber cómo se contaban las historias.
En mi casa, había amor por la
cultura y ya desde pequeña iba a clases de música, pintura o escritura, lo que
puede resultar llamativo porque mi madre es médico y mi padre, asesor fiscal.
Y, de hecho, cuando les dije que quería estudiar Comunicación Audiovisual no me
desanimaron porque no son los típicos padres que minusvaloran las artes.
¿Un estreno que se le quedara
en la rutina?
El Rey León.
Actualmente hay una corriente
que cuestiona a Disney por haber fomentado el machismo.
Cada película hay que entenderla
en el contexto en el que se estrenó. Por ejemplo La Sirenita puede resultar
ahora machista porque narra la historia de una chica que se enamora de un chico
con el que no ha hablado nunca, simplemente por lo guapo que es y abandona a su
familia para irse a vivir con él. Sin embargo, las nuevas películas se adaptan
a nuestra época y hay heroínas que no tienen que ser rescatadas por un príncipe.
¿Ha de limitarse la libertad
creativa?
Sí debe haber un límite que lo
sitúa el respeto pero depende mucho del público, porque hay gente que no
circunscribe la parodia o la crítica dentro de la comedia. Pasa por ejemplo con
Torrente, que es una crítica y se cree que Santiago Segura ensalza una figura
del retrógado, cuando es justo lo contrario. Y este cine claro que cabe pero es
cierto que hay veces que cuando das alas a determinadas tendencias, puedes
normalizarlas. Cada vez se permite menos y esto tampoco es positivo para el arte.
Cada vez se juzga más lo que
hacen los creadores y no se permite hacer chistes sobre nada y es un peligro
porque los artistas se autocensuran.
¿Qué no está permitido?
Bromear con España
¿Habría grabado un spot
sonándose con la bandera?
No lo habría hecho porque no es
mi estilo de trabajo pero creo que se puede bromear sobre ello sin perjudicar
al creativo de una manera frontal. Deberían estar permitidas las bromas sobre
todo si fuéramos más críticos como espectadores y transigiéramos más hasta interiorizar que podemos hacer algo
con lo que no estemos de acuerdo.
Los creadores de la serie La que
se avecina reciben permanentemente denuncias porque bromean sobre todos los
temas. Es cierto que encajar la paropia depende mucho del tiempo que haya transcurrido
entre el acontecimiento y la broma.
¿Encaja mejor la sociedad
americana o la española?
En EEUU se tiene un sentido del
humor parecido al nuestro y se da importancia a cosas que son comedia y no deben
convertirse en algo serio incluso cuando la sociedad lo interprete así.
¿Cuál fue su primer guión?
Para una película que nunca se
estrenó, El sexo de los caracoles. Lo viví como un drama pero has de aprender a
lidiar con esto en este tipo de profesiones. Al principio no lo relativizas y
crees que es el fin del mundo.
Ha trabajado en Almost Ghost,
una historia sobre la supervivencia en los pueblos fantasma de la atractiva
Ruta 66.
Narra la vida de los habitantes
que quedan en los pueblos de la Ruta 66, desplazadas por las carreteras
interestatales. Es un documental de personajes más que la propia historia de la
carretera. Son protagonistas auténticos y nostálgicos, que siguen viviendo ahí
porque quieren y no les atrae el mundo actual sino que se anclan al pasado en
estos municipios donde no hay tiendas 24 horas y donde todo el mundo sabe quién
es quién. Llevan vidas muy tranquilas de porche y pipa.
¿En estos pueblos es donde se apoya
el Make America Great Again?
Es algo muy sureño pero sí que es
cierto que es donde más adeptos hay con las políticas de Trump. Recuerdo que
este año fuimos a estrenar el documental al Festival de Cine de Arizona, muy
cerca de la frontera de Mexico y comprobamoos lo dividida que está la sociedad.
Había personas que iban al desierto a llevar cubos con agua para los
inmigrantes, otra parte que lo que hacía era volcar esos cubos, algo que está
bastante mal considerado en el desierto, donde no sobra agua y luego los que acudían
con su silla y el rifle para proteger la frontera. Así que es cierto que
cohabitan posturas muy radicalizadas y enfrentadas.
¿Por qué EEUU es el cine?
Porque allí se llevó casi toda la
industria. En España tenemos poca industria y prácticamente todo el cine está
subvencionado por la Administración y allí si tu película funciona ganas mucho
dinero y si es un fracaso, tu estudio se arruina. Son conceptos diferentes.
Es necesario que haya apoyos para
determinados proyectos de nuevos creadores, películas culturales o documentales
pero sí que es cierto que habría que encontrar un punto de equilibro para
generar una industria.
Además, contamos con cineastas
que triunfan fuera pero nuestro modelo complica que se genere esa industria de
verdad. En Francia por ejemplo, el gobierno financia todo pero son capaces de
tener un modelo económico. En España, a la gente le sigue costando pagar para
ver cultura, es como que les duele.
¿Es caro el cine?
En absoluto. Cuesta lo mismo que
una copa, que no sabe mal pagarla. El problema es que las entradas para cualquier
película no deberían valer lo mismo. Igual que cuando vas a un concierto no
siempre pagas lo mismo, estaría bien que en el cine hubiera distintos precios
en función del presupuesto que haya tenido la producción. Si al espectador le cuesta
lo mismo una que otra, el público siempre se irá a ver la que haya tenido una
mayor promoción. Una nueva vía sería que la película fije el precio. En toda la
cultura se aplica este concepto menos en el cine.
¿Por qué han desaparecido
prácticamente todas las salas del centro de las ciudades?
Por la digitalización, que obligó
a realizar grandes inversiones y, además, los cines que aún conservan los 35
milímetros no aceden a todas las cintas. Cada vez van menos espectadores a las
salas pero lo positivo es que es verdad que se paga por cultura fuera, por ejemplo
a través de las plataformas televisivas.
¿Las plataformas han frenado
las descargas ilegales?
Totalmente. La mayor lucha contra
la piratería ha sido adaptarte al sistema porque al final prohibir no sirve de
nada. Te permiten ver también cine de otros países con un catálogo inabarcable,
que es lo bueno y lo malo es que pueden
llegar a saturar la oferta. Pero han salvado en gran medida un determinado tipo
de cine porque al final las superproducciones siempre estarán ahí, más allá de
las salas, con los derechos de televisión, la venta de merchandising… Otras
películas más pequeñas tienen un escaparate gracias a estas plataformas y se
empieza a consumir otro tipo de industria.
¿Somos más de películas o de
series?
En general creo que se está más
centrado en las series, que estaban mal consideradas hasta hace 5 años, con ese
clasismo de que si trabajabas en televisión eras menos válido que si lo hacías
en el cine. Ahora se producen series mejores y se ha recuperado el prestigio.
Al final el público se engancha más a una historia que le gusta si dura más. Soy de las que pienso
que una historia debe durar lo que toca sin alargarla innecesariamente, porque
acaba por destrozarla.
¿En qué punto se ve que hay
que cortar?
La figura del showrunner se
debería escuchar de verdad porque el productor siempre la va a querer alargar
si funciona pero tú como cineasta has de saber hasta cuánto relleno hay que
meter para que siga interesando. Estoy segura que muchas series de Netfliix se
quedan a mitad. La decisión final debería ser creativa y a veces es económica.
¿Qué estilo nos gusta más?
Ahora mismo, el thriller porque
la comedia está muy infravalorada. Pero son tendencias que van cambiando.
¿Qué nombres españoles están
bien considerados en el exterior?
Por supuesto Almodóvar pero
también Jaume Collet-Serra, Amenábar o Isabel Coixet, super valorada en Europa.
Al final desde fuera hay una sensación de que los españoles contamos muy bien
las historias aunque nosotros no lo valoremos así.
¿Hollywood ha hecho mucho daño
a las relaciones sociales?
En el cine nos cuentan muy pocos
trocitos de una historia que es muy larga y creemos que nuestra vida será así
pero son también las 8 horas que estamos durmiendo, las 2 que cocinamos… en
definitiva la rutina. Por ejemplo yo adoraba a mis compañeros de piso pero no
molaban tanto como los de Friends. Y esto es una realidad. A veces generan unas
expectativas de un amor, unos amjgos y unas fiestas universitarias como en las
películas y como espectador juegas a creértelo pero has de saber que te están contando
un relato.
¿Por qué se cree que la izquierda
ha monopolizado más la cultura?
No lo creo. Simplemente hay mucha
producción sobre la guerra civil pero no veo que el rechazo sea por una
cuestión ideológica sino que es un capítulo aún muy reciente. En EEUU hay mucha
producción sobre la Guerra Mundial y nadie dice nada.
¿Era necesario el movimiento Me
Too?
Tenía que salir a la luz y, de hecho, se ha avanzado muchísimo porque las
mujeres en los apartados técnicos siempre han estado más desplazadas. Podías
ser por ejemplo directora de fotografía pero nadie te daba trabajo. Ahora,
gracias a este movimiento,empezamos a ver historias escritas y dirigidas por
mujeres. Y esto debería haber pasado ya hace muchos años. Se ha ido lento pero
se ha avanzado tanto que espero que no haya retorno. Es lo que debemos a las
primeras cineastas a las que tanto les costó.
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