Susana Gisbert. / EPDA Hay un refrán que dice “año de nieves, año de bienes”. Y, aunque yo no osaré contradecir al refranero, nada impide que, con un calor propio del trópico en plenas Navidades, no podamos tener un buen año. Por fortuna, el refranero nada dice al respecto.
Por descontado, no podía dejar pasar la oportunidad de desear un gran año a quienes cada semana, me leen desde esta ventanita a la que me asomo todos los lunes. Y sí, ya sé que es un tópico, pero no por tópico ha de dejarse de hacer.
Después de los años de pandemia, con restricciones y crisis, pensamos que por fin en 2022 llegaría el momento de atar los perros con longanizas. Pero tuvo que aparecer un tipo con ínfulas desde Rusia para aguarnos la fiesta. La invasión de Ucrania ha conmocionado a todo el mundo y seguimos pagando sus consecuencias. Los del lugar, más que nadie, porque la guerra, después de casi un año, sigue. Y el resto, porque los efectos se entienden como si una ficha de dominó hubiera tumbado al montaje de todo un planeta. Y lo peor que aun no sé vislumbra un final feliz. Ni infeliz, si me apuran.
Pero no perdamos la esperanza. 2023 va a ser el año, nuestro año. O eso es, al menos, lo que tenemos que pensar cuando empieza, que tiempo tendremos de que las circunstancias lo estropeen. Acometámoslo con la ilusión intacta, con las ganas recién puestas, con el ánimo a estrenar y la alegría en alto. Pensemos en todas las cosas buenas que tenemos que conservar, y todas las que nos restan por conseguir, y pongámonos manos a la obra.
Ya sé que es momento de los buenos propósitos del año, de dejar de fumar quine todavía fume, de adelgazar, ir al gimnasio y todas esas cosas. Pero, con el tiempo, hay un propósito que me gusta más. Hagamos la promesa de que seremos buenas personas, que trataremos de que el mundo sea cada día un poquito mejor, o quizás un poquito menos malo. Ya sé que suena cursi, pero si una no tiene bula para ser cursi en Navidad, ¿cuándo la ve a tener?
Así que muy feliz 2023, amigas y amigos, lectores y lectoras. Espero seguir viéndoos asomada a esta ventanita cada semana y compartiendo esas grandes y pequeñas cosas de la vida. Tened una estupenda entrada de año, que solo sea el preludio de un año fantástico.
Y eso sí, permitidme un deseo extra para este 2023. Que no llueva en Fallas. Que, si no lo digo, reviento
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