Susana Gisbert. /EPDA Hasta
hace nada, nadie sabía qué era eso del Black Friday. Es más, si lo
traducimos textualmente como Viernes Negro, daba un no sé qué, que
entraban ganas de cruzar los dedos ante la llegada de ese día, por
cenizo. Porque, aunque bien pensado pueda no ser todo lo
políticamente correcto que debiera, lo cierto es que el color negro
siempre se asimila a desgracias.
Sin
embargo, nada de eso. Al menos en principio. En otras latitudes a las
que somos aficionados a imitar, ese día supone un día de compras
desenfrenadas. Algo así como el “ya es primavera en el Corte
Inglés” pero a lo bestia y en invierno.
Cierto
es que los comercios necesitan algo más que un empujón para salir
adelante entre pandemia y restricciones., Y eso lo que han logrado
sobrevivir, que ya sabemos que muchos de ellos echaron la persiana
para siempre definitivamente. Pero, por lo que leo y oigo, esto del
viernes negro no es algo que les vaya a salvar la vida. Es más, si
se descuidan, igual les fastidia más, porque si se suben al carro
grandes cadenas y plataformas on line, la mercería de Rosa o la
relojería de David tiene poco que hacer.
No
sé a qué viene ese vicio nuestro de adoptar las costumbres que nos
son ajenas y meterlas con calzador en nuestras vidas. Ya hace tiempo
que en muchas casas el regordete Papá Noel desplazó a nuestros
sobrios Reyes Magos, que no andan riéndose todo el tiempo ni falta
que les hace. También se fue abriendo paso el Halloween, una fiesta
de disfraces terroríficos, frente a nuestro recogimiento de Todos
los Santos, Tenorio incluido. Ahora, el Black Friday viene a
conformar esta manía, con lo poco que costaría llamarlos “rebajas”
y hacerlas cuanto toque y tenga sentido.
Pero
nos deslumbramos, o nos dejamos deslumbrar con los intereses que
otros quieren colarnos a toda costa. No me extrañaría que el día
menos pensado celebremos el Día de Acción de gracias o el 4 de
julio. Pero la verdad, cuanto más tarde, mejor.
De
todos modos, no todo es tontería importada. Seguro que si
planteáramos que las vacaciones de Navidad se acaben el Nochevieja
porque ya hemos hecho todo lo que había que hacer, todo el mundo
respondería airado recordando a los Reyes Magos. Porque cuando nos
conviene, el sentimiento patrio asoma por cualquier lado. Y es que
con las cosas de comer no se juega. Y a buen comer no nos gana nadie.
Al menos, de momento.
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