Con esa progresión de la característica general al detalle peculiar, de un nombre sin significado fuera de su entorno a un cargo y unas circunstancia que le dan todo el empaque. Como Russell Crowe en su antológico papel de Máximo Décimo Meridio, cuando primero se identificó por su nombre propio para despertar cierta curiosidad o indiferencia y después lanzó su épica retahíla de “comandante de los Ejércitos del Norte, general de las Legiones Fénix, fiel servidor del emperador, y voy a vengar a mi familia…” que provocó que el público que abarrotaba el coliseo de Roma se quedara estupefacto en la ya mítica película Gladiator.
A otra escala, y con esa técnica oratoria, así lo hizo José Francisco Cabanes
en los premios de este periódico en Castellón, celebrados la pasada semana en Oropesa, un terreno donde la persona citada es (o era) desconocida. Y, realmente, ¿de quién hablamos al referirnos a José Francisco Cabanes? Cuando lo explicó y lo vinculó, el auditorio no pudo contener ni detener su aplauso cerrado.
El recurso y, sobre todo, el relato de la persona funciona porque emociona. José Francisco Cabanes es alcalde de Sedaví y presidente de la Mancomunitat de l’Horta Sud, la comarca asolada en mayor medida por la trágica dana del 29 de octubre de 2024. Al igual que hizo en febrero en El Puig, en los galardones de l’ Horta Nord de este periódico, agradeció la colaboración de ayuntamientos y asociaciones de la zona que desplazaron hasta su hermana horteña para ayudar en la devastación.
En Castellón trasladó el mismo agradecimiento por idénticos motivos a toda la provincia. No importaban detalles secundarios como medios movilizados o localidades más atendidas. Ni mucho menos colores políticos. Y emocionó porque todos los presentes empatizaron inmediatamente con el dolor y querían mostrar su más sincero apoyo con lo que en esa ocasión podían: un cálido aplauso.
Así debería de transcurrir el día a día de la política, con acciones que tiendan a aportar y valorar y no a enfrentar ni a generar odio, provocaciones y sentimientos que por desgracia en demasiadas ocasiones irradian desde la capital estatal y se contagian en los territorios autonómicos.
Cambios de alcaldía
Continuamos con la micropolítica, la de los detalles significativos aunque menos notorios o noticiables. Como los cambios de alcaldía que se producirán en muy breve. Este mes se cumplen dos años desde el 17 de junio de 2023, cuando se constituyeron los consistorios (con alguna excepción como Moixent, que se retrasó por reclamaciones electorales), y quienes izaron la vara de mando mediante pactos de difícil resoluciones han de dar, en algunos casos, un paso atrás.
Esta circunstancia permitirá, por ejemplo, al PSPV obtener las alcaldías de Llíria, El Puig o Llombai; al PP, las de la citada Oropesa (por cierto, Ciudadanos se quedará así sin su bastión en la provincia de Castellón) y Turís; a Compromís, las de Massalfassar y Castelló (de la Ribera) y a la Unión Municipalista, la de Massamagrell con la entrada de Veins per Massamagrell.
En la inmensidad de la acción pública y política, estas variaciones representan poco; en cambio, en la amplitud de la localidad y la singularidad del municipalismo, alcanzan su envergadura.
Lo hacen porque además de relevo de siglas se produce la entrada y salida de personas, cada cual con su manera de ser, sus preferencias, sus ilusiones, sus abatimientos o su capacidad de superación. Y todas esas características y otras muchas otorgan una u otra impronta al hecho, tan transcendente a escala local, de ejercer la alcaldía. Generan, como en el caso de José Francisco Cabanes, que la vara de mando adquiera un nombre propio en todas las dimensiones.
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