Carmen Santos. EPDA A
mediados del siglo XIX una joven española llega a Cuba recién
casada, dispuesta a trabajar honradamente para salir adelante, pero
el destino la llevará por caminos insospechados marcados por la
prostitución, la pasión y la venganza.
Carmen Santos es una escritora
valenciana, que vivió en Alemania y actualmente está afincada en
Zaragoza. Ésta es su cuarta novela.
-¿Con qué sensación le gustaría
que se quedaran sus lectores cuando terminen el libro?
-Pues con pena, ¿no? (ríe). Con pena
de haber terminado, que será señal de que se lo han pasado bien.
-¿Qué parte de usted hay en la
protagonista Valentina? ¿Se considera una mujer fuerte y con ganas
de luchar?
-Sí. Sobre todo me considero tenaz.
Valentina es una mujer muy fuerte, con la educación de una joven de
aquellos tiempos, sumisa. Pero con el tiempo evoluciona y acaba
siendo una mujer independiente y totalmente adaptada a su época. El
nombre tiene mucha fuerza, le viene perfecto. Al imaginarme su
personaje ya pensé: Valentina.
-¿De dónde viene ese interés por
Cuba?
-El interés por Cuba es una fascinación
que tengo desde niña. De momento no he podido ir, tenía un viaje
planeado pero por una serie de motivos no pudo ser, así que otra vez
será. Es un país con el que sueño, lo tengo siempre en la cabeza.
Sé tanto por lo mucho que leo sobre el tema. Sobre todo me dedico a
leer diarios de viajeros que fueron a Cuba en la época (por
cuestiones de negocios, principalmente) y que recogieron en sus
diarios todo lo que vieron: el proceso de manufactura del azúcar,
las casas señoriales, los esclavos, los ricos de La Habana, el color
de las casas… Por ejemplo, Richard Henry Dana, un americano abogado
y viajero, describía en su diario cómo era la entrada por el puerto
de La Habana, entre el Castillo del Morro y la Fortaleza de la Punta
entraba el barco. Contaba cómo fondeaban los barcos, la gran
variedad de colores, los mástiles que destacaban, banderas de todas
las nacionalidades… decía que era como un bosque pero de árboles.
-¿Cree que las historias de amor
eran más profundas en esa época que hoy en día?
-No, el amor siempre es el amor. Cuando
te pilla, como a Valentina, y te enamoras profundamente con una
pasión que te absorbe, ya no tienes nada que hacer. Aunque ahora las
mujeres ya no estamos “tan tontas” y ya no nos dejamos llevar
tanto.
-Su novela es muy adaptable al mundo
televisivo, ¿le gustaría que fuera así?
-Me han dicho muchas veces que mis
novelas son muy de tramas cinematográficas. Me encantaría, por
supuesto.
-¿Escribe de día o de noche?
-Me considero mucho más diurna, por las
noches me entra sopor. Aunque últimamente escribo por las tardes.
-¿Cuánto tiempo ha tardado en
escribir esta novela?
Lo que es la acción, un año y medio.
Lo que son las revisiones y demás, seis meses. Respecto a la fase de
documentación es prácticamente imposible de cuantificar.
-En algunas librerías se vende su
novela con un librillo anexo, ¿qué aporta, qué información tiene?
-Es un pequeño recorrido por la Cuba de
la época para que el lector sepa cómo eran las circunstancias de
aquel entonces. Cómo vivían en Cuba, en La Habana, en los
interiores, cómo era la situación política… Así el lector puede
situarse en el contexto histórico-social de la novela. Se
complementan.
-¿Quién es su mayor crítico? ¿Y
su mayor apoyo?
-Sin duda, mi marido. Es mi mayor
crítico, le paso todo lo que voy escribiendo y es él quien me dice
si le gusta o no le gusta. Le hago caso siempre. Se necesita siempre
un ojo crítico para encarrilarte. Pero claro, también es mi mayor
apoyo. Él cree en lo que hago y me apoya muchísimo.
-Si pudiera relacionar la novela con
un olor, ¿con cuál sería? ¿Y con un color?
-Con un olor, supongo que con el mar. O
con el azúcar también, que en esa época era fundamental, daba
muchísima riqueza a la isla. A mitad del siglo XIX es cuando más
éxito alcanzó, estaba en su máximo esplendor. Los ricos de ese
momento eran muy muy ricos, pero a la vez muy derrochadores,
enseguida gastaban el dinero. Y con un color, sería con el azul
antillano, como el de la portada, que hace referencia al cielo de la
novela.
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