Poco ha aguantado el partido naranja. Los que iban de regeneración total, de paredes de cristal, de transparencia máxima, de novísima política... Los que eran diferentes, no caían en los maniqueísmos de los partidos viejos, renegaban de las malas prácticas partidistas, denunciaban y exigían responsabilidades extremas y límites exagerados... Pues se están estrenando en todo aquello que les repugnaba y lo están solventando de una manera torpe y mezquina.
El partido del mesiánico Albert Rivera, el cual ya demostró su gatillo fácil después de las pasadas elecciones municipales, torpedeando a diestro y siniestro en formato de burofax a ediles y candidatos locales, expulsando sin consideración alguna a todo aquel que no se postrara ante los dictados de la sede central barcelonesa, comienza a padecer ahora un escándalo orquestado de financiación irregular de las cuentas bancarias del partido, utilizando las subvenciones públicas de las diferentes administraciones territoriales destinadas a sus grupos políticos locales, provinciales o autonómicos. La pirámide es muy fácil, la directiva central de Ciudadanos derivaba las ayudas de los ayuntamientos, diputaciones o parlamentos autonómicos, dirigidas a sus diferentes grupos políticos en cada institución -ya que es dinero público del contribuyente destinado en cada administración al funcionamiento de sus grupos políticos propios- a engrosar directamente las arcas bancarias del partido. Y eso, sencillamente, es ilegal. Contrario a la ley de financiación de los partidos políticos.
Murcia, La Rioja, Albacete, Jaén... Y más situaciones que se van conociendo, demostrando el funcionamiento mecánico impuesto por la dirección de Ciudadanos para financiarse de una manera ilegal. Y si a ello acompañamos, como denunciamos hoy en este periódico, que según qué ciertas personas sean imputadas el partido actúa con burofax urgente de expulsión -como ante el edil de Casinos y la falsa denuncia contra su honorabilidad pertrechada por Compromís- o gira la cara hacia otro lado para hacerse el despistado, como en el caso de su secretario provincial y concejal de Moncada- pues que venga a explicarlo quién lo entienda. Ciudadanos está pagando su pecado original, el haberse constituido como partido de aluvión recogiendo todo aquello que llamaba a su puerta, normalmente protagonizado por excomponentes rencorosos provenientes de otras formaciones. Y eso depara una mala plantilla a muy corto plazo. El personalismo de Rivera y su corte de fontaneros no puede contrarrestar esa mala semilla implantada en su columna vertebral. Y el aparato, dedicado casi exclusivamente a expulsar por doquier y controlar todas las cuentas bancarias de todos sus grupos municipales o autonómicos a lo largo y ancho del país, pues como que poco dice la su nueva política tan cacareada. Vendedores de humo, con final de fumata negra.
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