Hector González. EPDA El Jardín de Valencia puede presumir de su agradable clima, de su luz, de su casco histórico, de su inmenso jardín del Turia, de su Ciudad de las Artes y las Ciencias, de sus playas… de todo ello en conjunto y de un largo etcétera. Pero no de un barrio chino. De un ´chinatown´ ficticio que ha suscitado un debate que suena a astracanada, a disparatado.
Si se trata de atraer turismo, un factor fundamental consiste en la singularidad, en diferenciarte del resto.
Si te limitas a emular lo que han hecho otras ciudades con bastante menos historia que mostrar que Valencia como Nueva York, Melbourne o Johannesburgo, serás una réplica mala, un copia y pega más. Si buscas competir con ellas en atraer turistas por tu comunidad china, simplemente perderás, porque resulta muy inferior en número y en locales y con menos décadas de arraigo que las de aquellas y otras metrópolis. Por tanto, de cara al turismo poco puedes ofrecer poniendo dos arcos chinos en la entrada de sendas calles locales.
En cambio, si el objetivo consiste en reconocer la aportación de un grupo foráneo de ciudadanos al desarrollo de tu ciudad, me parecería más justo confeccionar una réplica del castillo de Bran o de la montaña Potosí como gesto hacia las comunidades rumana o boliviana, respectivamente, bastante mayores en número de habitantes en la ciudad que la china.
Y, ya puestos, pediría a nuestros afamados artistas falleros una reproducción a pequeña escala de las torres Eiffel y de Pisa para rendir homenaje a franceses e italianos, que cada vez se prodigan más en nuestra cosmopolita Valencia.
Incluso creo que igualmente resultaría interesante contemplar en alguna calle una imitación de los vestigios del Machu Picchu o del Taj Mahal para demostrar la implicación en nuestra urbe de las comunidades peruana o india.
Lo único positivo de la absurda polémica de bautizar como chino al castizo barrio del entorno de Pelayo consiste en que, por fin, la pilota valenciana (esto sí que singulariza y representa a la ciudad) recibirá un mayor reconocimiento con, como mínimo, una mejor señalización del trinquete, que pasa totalmente inadvertido para quien atraviesa la calle Pelayo.
Aunque sea de rebote. Reconozcamos lo propio, lo singular, lo que afecta a la mayoría de valencianos. Respetando lo exógeno, por supuesto. Pero sin superponerlo.
¿A alguien se le ocurriría que Valencia exaltara a los equipos de fútbol del Real Madrid o del Barcelona por encima del Levante UD o del Valencia CF por el hecho de que haya peñas de esos equipos en la ciudad? Pues igual de absurdo me parece.
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