Susana GisbertPor
fin. Lo que empezó siendo un rumor se hace realidad y Valencia
volverá a tener fallas plantadas en la calle. E insisto en que son
fallas plantadas en la calle porque, como digo siempre que tengo
ocasión, fallas hay todo el año, con o sin pandemia, y no solo en
el corazón. Todas las comisiones siguen haciendo cosas todo el año,
esas cosas que, sumadas, son Falla. Así, con mayúscula.
Un
día de hace algo más de un año, aunque a veces parezca que hace un
siglo, fueron las Fallas o, mejor, la cancelación de estas, las que
nos advirtieron de la que se nos estaba cayendo encima. Entonces no
podíamos imaginar que se hiciera tan largo y se saldara con tanto
dolor y tantas vidas, pero, como decíamos cuando empezó a correr la
noticia, algo muy gordo debía de ser para que suspendieran las
Fallas, algo que solo había conseguido una Guerra Civil y no del
todo.
Ahora
estamos recorriendo el camino inverso. Si, después de todo, dan la
aprobación a la celebración de las fallas, es que será verdad eso
de la luz al final del túnel, aunque tras tanta oscuridad no
alcancemos a divisarla en todo su esplendor.
Hoy,
más que nunca, estoy orgullosa de este pueblo que, sin apenas hacer
alarde de ello, lleva más de un mes arrojando las mejores cifras de
desarrollo de la pandemia, esa que nos hace merecer, de modo continuo
y permanente, la medalla de ser la mejor región de Europa en cuanto
a riesgo e incidencia del virus.
No
ha sido gratis, ni tampoco fácil. Llevamos meses de duras
restricciones, meses en que hemos dado ejemplo de civismo y
responsabilidad. Y el mundo fallero no es que no sea una excepción,
es que ha sido un ejemplo. A pesar de haber perdido todo lo que nos
caracteriza, ni un incidente, ni un incumplimiento, ni un pero.
Por
eso, cuando alguien ahora insiste en que no ve lo de las Fallas en
septiembre, hemos de responderle que hemos de verlo. Que ha llegado
el momento y que, como hemos hecho siempre, seremos capaces de acatar
las medidas pertinentes con responsabilidad. No serán unas fallas
tal como las conocemos, ni tal como volverán a ser más bien pronto
que tarde, pero serán fallas. Y seguro que San José es capaz de dar
un par de saltos en el calendario para pasarse de marzo a septiembre.
Ojalá
el día de mañana recordemos estas fallas de septiembre como el día
en que, por fin, empezó a abrirse el mundo de nuevo.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia