Héctor González. /EPDAO de las sensaciones positivas. Y de las oportunidades o de los negocios para los múltiples operadores que se mueven por ella. La Feria Internacional de Turismo (Fitur) que durante estos días se celebra en Madrid desarrolla esa capacidad de ilusionar o de imaginar. ¿Por qué? Porque…¿ quién no relaciona turismo con viajes, vacaciones, aventura o relajación?
¿Y quién, pese a que realmente prefiera pasar sus vacaciones aposentado en el sofá de su casa y no desee en el fondo más que estar viendo series en alguna plataforma o tumbarse en una hamaca en la playa hasta que oscurezca, no señala entre sus aficiones viajar? Porque lleva décadas estando de moda. Y poca gente se atreve a pronunciarse abiertamente contra las modas.
Desde luego, además de estar de moda constituye una de las actividades preferidas para pasar las vacaciones. O incluso para consagrar años de una vida. En este escenario emerge cada mes de enero Fitur con la intención de empezar a saciar ese apetito viajero de cara al resto del año. O con la predisposición de orientarlo hacia el plato turístico que más puede satisfacer a cada cual.
México, Qatar, Andalucía… son destinos -como se dice en el argot de la industria de este sector- que han apostado fuerte en la feria internacional con sede en Madrid con amplísimos, coloridos y activos expositores.
La Comunitat Valenciana ha adoptado otro perfil: el blanco. Su estand destaca, o queda opacado entre el policromatismo de otros, por emplear ese color neutro o puro, el que define a la bella costa de Alicante, una provincia con especial predicamento en la mente y en las acciones del actual Consell.
Quizás de ahí ese diseño de un expositor autonómico que lo ha abarcado todo este año y ha dejado en mesas de coworking y en acciones de showcooking la promoción más localista. Gandia y Cullera han optado por la marca propia arrinconándose en una esquina de la porción exclusiva LGTBI de otro pabellón.
No obstante, la Generalitat ha sacado el máximo partido a su expositor en cuanto a actividades y demostraciones. Las exhibiciones gastronómicas se han sucedido de forma amena y han pasado desde el beso visigodo de Riba-roja hasta el bollet de Torrent o la coca de feria de Ontinyent, entre otros muchos productos autóctonos.
Y en la gran tarima de presentaciones se han sucedido las intervenciones del president Carlos Mazón para respaldar a la propia Costa Blanca o la pujanza turística de municipios como Elche o Torrevieja. El máximo responsable de la Generalitat ha podido sentirse un poco más en su salsa, potenciando el turismo, hablando de ilusión tras meses excesivamente duros y aciagos marcados por la DANA.
De ahí que, por ejemplo, Paula Llobet, concejal de Turismo de Valencia, haya insistido, en esa misma tarima, en un plan para reactivar la economía de las pedanías del sur, tan afectadas por la riada de octubre, y ha recalcado la apuesta por un Mediterráneo agradable y divertido, con gastronomía singular y factores especiales como el Año Jubilar vinculado al Santo Grial de la Catedral.
Vicent Mompó, presidente de la Diputación de Valencia, incidió en el lema de su institución para esta campaña (Te mereces Valencia) y apeló a las “cicatrices de la DANA” para destacar el “descubrimiento que supone la provincia” y las dosis de autodescubrimiento que comporta. “El turismo es una herramienta clave para reconstruir. No solamente nos define, sino que también nos transforma”.
La consellera de Turismo, Marian Canó, debutante en ese rol oficial en este certamen, habló de unir innovación y sostenibilidad, y de que “cada visitante no solo visite, sino que se sienta parte”.
Al final, en la feria se trata de llamar la atención, de atraer, de ilusionar. Y la provincia de Valencia, pese al estand tenue, necesita, ahora más que nunca, brillar, recuperar esa ilusión y contagiarla. O contagiarse de ella en lugares como Fitur.
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