Juan Benito Rodríguez Manzanares Tras un largo confinamiento casero
en el que las salidas a la calle han estado muy restringidas, por fin parece
que podemos decir que comenzamos a ver la luz al final del camino de un camino
de penurias caseras, y sin demasiadas glorias, que hemos padecido lejos de la
luz del sol, y al calor de la nevera (¡vaya oxímoron!), pues no hemos dejado de
acudir a ella buscando consuelo. ¡Si el espejo hablara!
En nuestras primeras salidas a
la calle de una forma regulada en franjas horarias por el mando único del
gobierno, comprobamos que algunas cosas siguen estando donde las recordábamos
hace más de dos meses, pero otras, como la Plaza del Ayuntamiento o la calle de
Colón, comprobamos que han cambiado radicalmente, modificando para siempre, o, por
muchos años, el trazado al que estábamos acostumbrados. La historia se
encargará de decir si ha sido un acierto.
En este impase, algunas de la
entidades más señeras y decanas del ámbito cultural valenciano como el Ateneo
Mercantil de Valencia, con doña Carmen de Rosa Torner como
presidenta del mismo, ha tomado la gran iniciativa de realizar algunas de sus
conferencias habituales a través de videoconferencias utilizando un programa
que se está convirtiendo en la estrella de esta cuarentena, Zoom.
Así, de esta manera tenemos que
desde el día 13 de mayo, el Ateneo Mercantil de Valencia ha impartido las
conferencias, «El periodismo en tiempos de COVID-19», «Capítul dels Cavallers
Jurats de Sant Vicent Ferrer», y, «La Virgen de los Desamparados y las
epidemias en Valencia». Esta iniciativa, a buen seguro, hará las delicias de
todos los amigos e incondicionales del Ateneo. Aunque hay que decir que, el
calor humano y el ritual de recepción de los asistentes, hablar con ellos y
estrechar sus manos, no lo puede suplir ninguna tecnología actual.
Pero, además de ese gran avance,
el Ateneo también ha iniciado en Ivoox, plataforma dedicada en exclusiva a
compartir audios de todo tipo, una gran campaña poniendo a nuestra disposición
los podcasts de las conferencias más importantes impartidas en el Ateneo.
Con estas acciones del Ateneo
Mercantil de Valencia, siempre a la vanguardia de la tecnología, y de su
buen hacer en pro de la cultura valenciana desde 1879, siendo su primer
presidente don Virgilio Beltrán Ibáñez (1858-¿?), nos pone más
fácil sobrellevar el confinamiento que estamos padeciendo, así, sin salir de
casa podemos acceder a todo un mundo cultural.
Un mundo cultural que, al igual
que los libros, hacen que las largas horas que cada día se deslizan pesadas por
las manecillas del reloj, se hagan más llevaderas.
Hoy comentaré el libro Cinco
horas con Mario del genial escritor vallisoletano (España), Miguel
Delibes Setién (1920-2010), el cual, además de este libro, nos legó otros
tan grandes como La sombra del ciprés es alargada, Los santos
inocentes, o, Señora de rojo sobre fondo gris.
Cinco Horas con Mario tiene dos
claros protagonistas, Carmen, la desconsolada viuda, o no tan
desconsolada, que protagoniza el soliloquio que cubre todo el grueso de la
novela y que transcurre durante la noche en que vela en soledad a su marido. Y,
Mario, el marido de Carmen que, aunque no dice ni una sola palabra, pues
Delibes nos lo describe muerto y en el ataúd, está presente durante toda la
novela, en ocasiones, casi más que la propia viuda que es la que narra toda la historia
vagando y divagando sobre los recuerdos propios y en común con su marido.
La novela comienza al final del
velatorio que familiares y amigos están realizando a Mario, una persona, al
parecer muy querida por todos, aunque con ciertas excepciones.
Poco a poco todas las personas
van retirándose hasta que Carmen, la reciente viuda, se queda a solas con
Mario, momento en el que comienza, primero con cierto reparo, y poco tiempo
después sin él, a echarle en cara a su difunto marido que su matrimonio no ha
sido feliz, o por lo menos, no todo lo feliz que ella hubiera esperado, pues,
como repite en varias ocasiones, (el libro es algo repetitivo), ni siquiera en
su noche de bodas se lo pasó bien, pues Mario la rechazó.
La mayoría de los reproches son
del tipo sexual y de comportamiento de pareja, donde plasma a un Mario algo
frío, distante y muy metido en su trabajo como escritor de artículos, de los
cuales duda mucho de la calidad de los mismos.
Tras varias decenas de páginas
de un monólogo interminable que llega a sufrirse más que a disfrutarse, llega un
momento estelar antes de que llegue su hijo por la mañana, en el que confiesa a
su marido que le fue infiel, aunque tan sólo fuera con un abrazo y un beso, y
postrada de rodillas requiere el perdón de su marido, pero Mario ya no puede
perdonarla ni recriminárselo.
El libro acaba dándose cuenta
Carmen que, a pesar de su tragedia particular, el mundo sigue adelante
ignorando por completo la ausencia de Mario y su sufrimiento por ese penoso
trance.
He de decir que Cinco horas con
Mario no es uno de los mejores libros que he leído, pero refleja perfectamente
que no hay que lamentarse ante una situación cuando esta ya no tiene remedio,
sino que hay que solucionarla antes de que sea irremediable, sea provocada esa
situación por motivos naturales o a golpe de BOE (Boletín Oficial del Estado).
Como siempre y desde cualquier
punto de vista con el que se mire…
Valencia es sinónimo de cultura.
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