Anticiparse y predecir accidentes laborales, facilitar la reincorporación tras
una baja laboral, fabricar piezas con formas ilimitadas o aprender simulando situaciones reales de
trabajo son algunas de las ventajas de las tecnologías emergentes de la Industria 4.0 como los
cobots, fabricación aditiva, Realidad Virtual y Realidad Aumentada, exoesqueletos, IoT y drones.
Y sus potenciales riesgos: movimientos repetidos por ritmos impuestos, reducción de descansos,
carga mental, fatiga visual, compresión de músculos o nervios, exposición a sustancias nocivas,
tóxicas o campos electromagnéticos, estrés y adicción, entre otros.
Este análisis se recoge la segunda fase del estudio “R-Evolución Industrial: Prevención y retos 4.0”
que han presentado hoy FEMEVAL, AIDIMME, Unión de Mutuas, Unimat Prevención, FEVAMA y
VALMETAL, junto al director general de Trabajo, Bienestar y Seguridad Laboral.
En ella se abordan, por una parte, los riesgos laborales específicos más físicos y tangibles de esos
seis habilitadores digitales, y, por otra, su capacidad para minimizarlos o incluso eliminarlos.
Asimismo, se dan pautas sobre retos y desafíos para orientar a las empresas en la gestión del
cambio.
Según ha destacado el presidente de FEMEVAL, “es evidente que se necesitaba subir un escalón
para sincronizarnos con el ritmo de avance tecnológico y con este proyecto colaborativo los
estamos haciendo. Y todo con una prioridad: poner el foco en las personas porque son la clave del
éxito de la transformación digital”.
Para Lafuente, “la tecnología, por sí sola, no puede impulsar a las organizaciones hacia su
digitalización. Son las personas las que deben aceptar estos cambios, reinventarse y recapacitarse.
Personas a las que debemos garantizar unas condiciones seguras de trabajo y una cualificación
ajustada a la demanda de futuros perfiles profesionales que requerirán nuevas competencias
transversales centradas en ámbitos más humanos que las máquinas no pueden alcanzar”.
En esta fase del proyecto, se ha analizado cada tecnología individualmente generando tres tipos
de materiales divulgativos: guías específicas, vídeos e infografías.
DRONES
De aplicación en agricultura de precisión; en gestión forestal sostenible; para la prevención,
detección y gestión de incendios; seguridad vial; en estudios geológicos y climatológicos para
predecir la ruta de un huracán por ejemplo; y en la industria para inspeccionar grandes
infraestructuras, intralogística e inventarios, control de calidad de aire y agua o prospecciones
geofísicas.
Sus ventajas: fácil manejo y versatilidad, ausencia de infraestructuras aeroportuarias y posibilidad
de vuelo nocturno, así como menor coste y acceso a lugares remotos. El hecho de operar sin
tripulación permite, además, realizar operaciones arriesgadas acercándose más al objetivo de
manera precisa, segura y eliminando riesgos asociados a la ubicación.
Entre los potenciales riesgos, golpes, caídas de objetos y materiales sobre personas, caídas del
operador, contacto con baterías de litio, cortes con hélices, fatiga visual, carga mental,
sobreesfuerzos y posturas forzadas, así como los derivados de trabajos en altura o en espacios
confinados o reducidos, o exposición a campos electromagnéticos, por ejemplo, en el
mantenimiento de antenas. Y los retos, conseguir un vuelo integrado con el resto de aeronaves,
integración con inteligencia artificial y una mayor autonomía de baterías.
COBOTS
Sus ventajas: flexibilidad ante cambios productivos, fácil programación y uso, personalización de
la producción y desarrollo de trabajos colaborativos. Al respecto, el presidente de FEMEVAL ha
destacado que “no vienen a sustituir a las personas, sino a reemplazar tareas penosas y
monótonas, una oportunidad para que las personas aporten su valor en trabajos más creativos,
complejos y dinámicos”.
Sus riesgos, los derivados de la interacción humano-robot como contactos mecánicos,
movimientos repetidos por el ritmo impuesto del cobot, sobreesfuerzos y posturas forzadas. Se
prevé, asimismo, la aparición de nuevos riesgos como el control gestual, posible causante de TMEs
o sistemas con grandes exigencias visuales o de carga cognitiva. Y riesgos psicosociales derivados
de los cambios de organización del trabajo como aumento del ritmo o reducción de descansos y
carga mental por el aumento en demandas en plazos, cantidad y/o calidad de producción.
Entre los retos, abordar en las empresas la integración de esta tecnología con anticipación y
mediante un proceso de gestión del cambio para evitar la incertidumbre, rechazo o recelo de las
personas trabajadoras ante los procesos de automatización.