Jaime Navarro./EPDA Ahora que estábamos empezando a digerir amargamente la idea de que no ha mucho tardar tendremos que sustituir nuestros "esmorzarets" de blanco y negro con habas, con su imprescindible chorrito de "all i olí" "per damunt"; por ese otro crujiente entrepán de aquel grillo solista nocturno que sin embargo seductores nos prometen (por no decir bocata de negras cucarachas y sanseacabó...)
Sí, hogaño que no cesamos de derramar nuestras lagrimitas de sangoneretas irredentos, que ven como se esfuman los buenos tiempos: esas 11 de la mañana sin duda ecosostenibles y resilientes meneando sin parar el bigote mientras nuestras papilas orgasman al fundirse trasegando la tibia carne de caballo con los ajitos tan tiernos...
Aguardando pues a pie firme para trocar nuestros entrañables pinchos de tortillas de
patatas y cebollas y de alcachofas y de espinacas... por esos gusanillos transparentes retorcidos y babosos como colas de cochinos, pero tan tan nutritivos que nos han jurado y perjurado que ya hace tiempo que se los morfan y a mansalva y con deleite los sibaritas del sudeste asiático.
Entregados pues contribuyentes que somos siempre prestos a seguir a pies juntillas las directrices nutricionistas de nuestras sabias y desinteresadas autoridades y mecenas benefactores de la humanidad que, en nombre del progresismo ciudadano y de la izquierda cool de nuestro sufrido planeta, han puesto a trabajar y a destajo a todos sus laboratorios y premios nóbeles, con tal de que en 2030 ya estemos todos tan ricamente tostando a la plancha nuestros eficientes filetillos sintéticos en 4D, con esa miajita culebrillas y jugosos moscardones supercalóricos, que le dán ese toque gourmet irrenunciable. Chapeu.
Y pese a nuestro holocausto culinario y a
nuestro rechinar de dientes, y cuando ya lo estábamos entre sollozos apenas digiriendo, nos apareces tú Duato, cuál clásico pero aguafiestas, y vas y nos recuerdas qué los cacófagos son esos horribles insectos y deleznables o esmirriados reptantes que viscosos se nutren y se gozan de holgar en las pútridas basuras; echando por tierra además todas las tan justas previsiones alimentarias contenidas en el desarrollo reglamentario o en la letra pequeña o de pulga, de la docta Agenda 20/30, que Sánchez y sus cuates por cierto, siguen cuales orientales juramentados. Ya sabes, aquellos calvorotas sicarios "hashisines" que seguían con fé ciega al Viejo de la Montaña. Memorables viejas películas!
Para volver, eso sí, a los postulados clásicos de la izquierda de siempre, vamos a los 60, cuando el admirado Fidel Castro ya tildaba al parecer por primera vez y de Gusanos a todos aquellos que no tragaban con su tan progresista agenda de entonces; o que directamente de ella huían despavoridos hasta en ruedas de camiones...
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