Juan Vicente Pérez Aras. EPDA. Con la llegada de la canícula la temperatura política va en aumento. Alcanzamos el ecuador de la Legislatura y mientras se producen los relevos pactados en muchos ayuntamientos, consecuencia de los resultados electorales y las posteriores alianzas por la derecha y por la izquierda, España sigue sometida al implacable aparato monclovita. Un ecuador de legislatura con una intensa actividad política premonitoria de un otoño no menos caliente, políticamente hablando.
Con Susana Díaz anulada tras las primarias andaluzas, Sánchez prepara el 40º Congreso Federal en Valencia, para culminar su agenda de cambios orgánicos. Un Partido hecho a su medida que se aleja de los principios socialdemócratas para mayor gloria del Sanchismo. Un Congreso en octubre que marcará también, el futuro del socialismo valenciano en su congreso de diciembre. También en octubre, Pablo Casado apuesta por Valencia como sede la Convención Nacional de los Populares. Las dos grandes formaciones debatirán en esta tierra su estrategia para seguir gobernando unos o para volver a gobernar los otros. Conscientes de la importancia de esta Comunitat en el tablero electoral actual, se confrontan el Modelo del Botánic, exponente de los gobiernos de progreso de la izquierda con la solvencia en la gestión de unos Populares allá donde gobiernan y avalados por la consolidación de su tendencia demoscópica a nivel nacional.
Sánchez es consciente de la complejidad del momento. El recurso de su “manual de resistencia”, el mismo que desde su salida por el balcón de Ferraz le llevó hasta las puertas de la Moncloa, manifiesta su determinación para hacer lo que haga falta y al precio que sea para mantenerse en el poder. Por eso no es baladí la designación de Valencia para su consagración orgánica. Sánchez ya eligió Valencia para presentar el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española, el mismo que marca la estrategia para la gestión del ingente Plan Marshall europeo, el “Plan más importante de nuestra historia”. Un choque de trenes con el debate ideológico de principal protagonista, en el que los Populares buscan generar una “nueva empresa de Libertad para unir la sociedad, para volver a creer y a crear, para pasar de la frustración a la esperanza”, demostrando que están preparados para gobernar. Con España exhausta, las espadas están en todo lo alto.
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