Juan Benito Rodríguez Manzanares Por fin
hemos salido del Estado de Alarma que, cual Estado de
Excepción, nos ha tenido confinados en casa varios meses, tan sólo con el
recurso de Internet para saciar toda el hambre de cultura que los amantes a la
misma pudiéramos tener… Aunque algunos, verdaderamente muchos, también hemos
aprovechado para adelantar lecturas y solazarnos con las gratas imágenes que
los diferentes autores nos regalan y forjan en nuestra imaginación.
Además, en
España hemos superado el periodo de retroceso de la pandemia, que han querido
denominar con el eufemismo inexistente de «desescalada», (aunque la OMS ya ha
avisado que tengamos mucha precaución pues hay peligro de volver a las
andadas), y gracias a haber superado la pandemia, o casi, podemos retomar
nuestra vida con las mismas ganas de empaparnos de buenos eventos culturales,
manteniendo, eso sí, todas las medidas de seguridad que sean de razón mantener.
Todas las
entidades culturales y afines a la cultura, ya se están preparando para
afrontar este nuevo y segundo «inicio de curso», el cual para algunas entidades
será sobre julio, y para otras será ya después del verano, pero todas están
engrasando sus maquinarias para que todo vuelva a ser como lo entendíamos antes
de esta crisis sanitaria y económica que nos traído el Covid-19,
o igual, que nos ha traído la gestión que en algunos países se ha realizado con
respecto a esta pandemia.
De cualquier
manera, si leemos las programaciones de las diferentes entidades culturales, ya
van programando conferencias presenciales, talleres, cursillos… E incluso las
entidades deportivas, comienzan a plantearse practicar sus respectivos deportes
al aire libre, convocando sus eventos y realizando sus normales actividades.
Toda una
vuelta a la vida tras uno de los periodos más «negros» y tristes de la historia
reciente mundial, española y valenciana.
Esto me trae
a la cabeza un viejo libro, un ensayo que, como todos ellos, es algo «espesito»
como lectura a la hora de pasar el rato en una soleada tarde de verano. El
ensayo en concreto es The Peter Principle (El Principio de
Peter) obra clave del catedrático de ciencias de la educación de la
Universidad del Sur de Carolina, Laurence Johsnton Peter
(1919-1990), publicado por primera vez en 1969.
Peter en
1963 adquirió el estatus de doctor en la Universidad Estatal de Washington, y
en la Universidad del Sur de California llegó a ser titular del departamento de
pedagogía. Además también fue director del Centro Evelyn Frieden
para la enseñanza regulada, y coordinador de programas para niños con
trastornos emocionales entre otros relevantes cargos. Y, he hecho este inciso
sobre la carrera de Peter, para remarcar mejor si cabe, la credibilidad del
principio que enunció por primera vez en su libro El Principio de Peter,
el cual ha sentado cátedra a la hora de valorar, sobre todo, los procesos
laborales que son los que de una u otra manera nos atañen a todos.
Este
principio enunciado por Peter en su libro, el cual se denomina Principio
de incompetencia, o Principio de Peter, dice que:
«En una
jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la
nata sube hasta cortarse.»
Es decir,
que todas las personas en sus respectivas empresas y campo laboral, pueden ser
ascendidas desarrollando su trabajo con normalidad y buen hacer, hasta que son
promovidas a un puesto en el que no pueden desarrollar los objetivos del mismo,
siendo totalmente incompetentes para ese puesto.
Esto ocurre
más veces de las que podemos imaginar, encontrándonos altos cargos privados y,
lo peor, públicos de muy alta importancia, también en nuestro país, que
realmente han demostrado que, están desarrollando un cargo para el que clara y
explícitamente, han llegado a su límite de incompetencia y debían abandonarlo.
De este Principio
de incompetencia se destilan dos sentencias tan ciertas y válidas como el
propio principio.
«Con el
tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente
para desempeñar sus obligaciones.»
Esto se
explica por la realidad de que, si una persona desarrolla muy bien su trabajo
se le promociona, pero igual en ese nuevo cargo encuentra su límite de
incompetencia y debería volver a su cargo anterior.
«El trabajo
es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de
incompetencia.»
Efectivamente.
Todos los cargos son desarrollados por personas que aún pueden desarrollar el
mismo con total plenitud.
Y, cuando
una persona ha llegado a su límite de incompetencia, lo mas razonable es que se
le releve de su cargo y deje paso al mismo a otra persona que igual no ha
encontrado su límite de incompetencia y puede desarrollar ese cargo con total
funcionalidad y soltura.
Lo que nunca
se debe hacer es mantener a un incompetente en su lugar de trabajo, pues eso creará
un gran efecto dominó y hará que todo lo que esté bajo él se derrumbe a sus
pies, arrastrando con ello a todas las personas, empresas, entidades… que
estuvieren bajo su responsabilidad.
Pero, sin abandonar
nuestro punto de vista eminentemente cultural, y como en España contamos,
siempre hemos contado con unos eminentes literatos, pensadores y
librepensadores. Hay que apuntar que ese Principio de Peter o Principio
de incompetencia, del catedrático Laurence Johsnton Peter, hay quien
asegura que fue una adaptación, (por no decir copia), de algo que uno de nuestros
más insignes filósofos y ensayistas, el español nacido en Madrid José
Ortega y Gasset (1883-1955), en la década de 1910, expuso en modo de
aforismo:
«Todos los
empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han
sido ascendidos hasta volverse incompetentes»
Verdaderamente
hay que quitarse el sombrero ante este aforismo que, a pesar de contar con 110
años de vida, sigue tan vigente como si se hubiera expuesto ayer por la tarde,
y si no todos, sí gran parte de los empleados públicos deberían retroceder, por
lo menos, un grado en su línea laboral.
Como vemos,
la cultura ya sea en una novela, en un poemario, o en los ensayos de los más
eminentes autores, está presente en todos los ámbitos de la vida, pues sin
cultura no se puede acometer absolutamente nada en esta vida.
Evangelio
de San Mateo: Capítulo 19: La consumación del reino de los cielos.
19:12 […]
¡El que pueda entender, que entienda!
Valencia es
sinónimo de cultura.
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