Héctor González. /EPDA Cada cual reside en un barrio dentro de un distrito de la ciudad, con sus singularidades, monumentos, dotaciones, tamaño, comercios… Existen barriadas con viviendas más amplias, como Alfahuir, el Canyamelar, las pedanías de La Punta o Carpesa,…; otras, con pisos que alcanzan cotización más elevada, caso de Pla del Remei, La Seu o La Xerea; y algunas con edificios que llegan a cotas altas, como Penya-Roja con la torre de la Avenida de Francia…
No obstante, por encima de donde viva cada persona, lo que más iguala o democratiza son los espacios públicos, los compartidos. Como la sala de espera de urgencias de un hospital, en la que quienes acuden, cada cual con su patología, tienen en común la necesidad de atención rápida y las malas sensaciones que les atenazan. Aquí compartimos sufrimiento.
También nos iguala la calle, ese espacio en el que en un distrito como el céntrico Eixample coexisten, por ejemplo, el joyero Argimiro, con su local de alta gama ubicado en la calle Colón, y el senegalés Abraham, que cada día despliega su silla frente a la entrada de Jorge Juan del Mercado de Colón y extiende su mano para responder con una abierta sonrisa a quien le entrega alguna moneda.
Y qué decir del extenso Jardín del Turia, en el que resulta tan sencillo toparse con el empresario Juan Roig, presidente ejecutivo de Mercadona, en chándal, como hacerlo con algún ex futbolista de los tiempos de gloria del Valencia CF de principios del siglo XXI o con el grupo de músicos irlandeses que afina sus instrumentos ancestrales los domingos por la tarde.
O las fiestas populares, como las que vivimos de Fallas y las que disfrutaremos de Semana Santa. Precisamente en esta última Encuentro y Opinión Semanasantera (EOS) estrena en la práctica las celebraciones con el ya tradicional Sopar de la Creu Marinera. En una alargada mesa de mantel de papel se sientan, para comer un bocadillo de ´blanc i negre´ y pisto, concejales como Sandra Gómez (PSPV-PSOE), Santiago Ballester (PP), Amparo Picó (Cs) y José Gosálbez (Vox). Comparten la cena en armonía, bajo el manto unificador de la Semana Santa y los abrazos del portavoz de la entidad anfitriona, Paco Celdrán.
Si las casas, los hogares, nos identifican y muestran el carácter, el gusto y las posibilidades de cada cual, los espacios comunes, los lugares abiertos por los que transmitamos, nos igualan y, de paso, nos unen. Todos los identificamos como sitios conocidos, ubicaciones que forman parte de nuestra vida que, a la vez, también lo son de la de los demás. De la existencia de quienes caminamos por Valencia. Los monumentos, los mercados, los hospitales, las calles, los parques, los cementerios, los polideportivos, las fiestas…nos enlazan. Nos hacen compartir un destino común enmarcado en la ciudad que cohabitamos.
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