Tradicional baldosa valenciana, obsequio. Casi
sin que se note, y uno a uno, el puerto de Valencia está
distribuyendo “socarrats” por todo el mundo. Estas tradicionales
baldosas valencianas de barro cocido, decoradas con elementos
marineros, se entregan en los actos de intercambio de regalos que se
desarrollan cuando un barco llega a puerto por primera vez entre la
Autoridad Portuaria de Valencia y el capitán del navío que atraca
en Valencia, Sagunto o Gandia.
La
escena se repite cada mes -a veces, incluso, cada semana-. El
presidente de la APV, en ocasiones, o el director, la directora
comercial o la jefa de marketing reciben la invitación de una
naviera para visitar un nuevo crucero de MSC, Costa Cruceros u otra
naviera, o bien, de un recién botado portacontenedores de Cosco,
Maersk, Arkas, etc. El representante de Valenciaport accede al recién
llegado buque y, en el puente de mando o en un salón emblemático de
la embarcación se intercambian saludos, palabras y las conocidas en
el mundo marítimo como “metopas”. El capitán regala un pequeño
marco con el nombre y la imagen de su buque y el representante del
puerto hace lo propio con un dibujo de antiguas embarcaciones
valencianas, y una inscripción con la fecha para recordar el día de
su primer atraque en los muelles de Valenciaport.
Tradicionalmente,
las “metopas” suelen ser de metal, plástico o vidrios nobles
como plata, bronce, latón o metacrilatos. La singularidad del puerto
de Valencia respecto a lo que sucede en otros enclaves es que desde
hace un par de años, Valenciaport ya no regala estos recordatorios
de primeras escalas en formatos de plástico o de metal, sino que lo
ha sustituido por el tradicional “socarrat valencià”. De este
modo, el baldosín cocido en los hornos artesanos de varios artistas
de la tierra ha comenzado a decorar los puentes de mando de las más
diversas embarcaciones y a surcar los mares del mundo.
Historia
de la metopa y el “socarrat”
La
metopa toma su nombre de los elementos decorativos utilizados en las
fachadas de los templos griegos para recordar grandes momentos de la
historia. Y de ahí su traslación al mundo marino; para recordar
momentos relevantes en la historia de los barcos y de los puertos.
Y
del mismo modo que la “metopa” para los griegos, el “socarrat”
ha sido históricamente para los valencianos una pieza o baldosín de
barro cocido utilizado en época medieval en las viviendas, fachadas
y tejados para decorar y recordar figuras, fiestas, oficios y
tradiciones. Los “socarrats” se colocaban cubriendo las
entrevigas en los techos, lo que significaba un coste muy inferior al
de los artesonados de madera. Se fabricaban principalmente en dos
formatos: uno de menor dimensión, con 30 x 15 x 3 cm y otro más
grande, de 40 x 30 x 3 cm (medidas aproximadas). El primer formato
podía ser aplicado en las construcciones de dos maneras: decorando
aleros, con dos tercios de su superficie apoyados sobre los muros,
sobrando un tercio visible, o bien formando parte de un alero hecho
con vigas salientes, colocados entre ellas a modo de decoración
arquitectónica. Estos “socarrats” de menor tamaño también se
utilizaron componiendo frisos en terrazas, escaleras u otros lugares.
Por
su parte, el formato más grande se destinaba al entrevigado de
techos interiores. Además de su función decorativa, estas piezas
tenían un valor arquitectónico estructural al servir de soporte a
pavimentos de pisos o entramados de tejados. Para estos usos se
fabricaba también un formato aún más pequeño (de 15 x 30 x 3 cm).
Se ha comprobado que los socarrats eran reutilizados a menudo,
integrando muros o para nivelar pavimentos.
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