Marga Benlloch. EPDA Vivimos en una era de intensa polarización política, donde las discusiones públicas a menudo se ven empañadas por un tono agresivo y una retórica cargada de violencia verbal. Este fenómeno no es nuevo, pero en los tiempos actuales, la crispación política parece haber alcanzado niveles preocupantes, amenazando la esencia misma de nuestra democracia.
Las redes sociales han ampliado esta problemática brindando a políticos y ciudadanos una plataforma para expresar opiniones de manera rápida y muchas veces sin filtro. La falta de cortesía y respeto en el discurso político no solo debilita la calidad del debate, sino que también crea un clima tóxico que dificulta la construcción de consensos y la búsqueda de soluciones efectivas.
La doble vara de medir de los partidos de izquierdas hacen culpables de todo ello a los mal llamados partidos de derechas y ultraderechas. Lo que antes defendían como libertad de expresión o jarabe democrático, ahora lo tachan de violencia o agresión. Las declaraciones de la autoproclamada “humilde concejala” Feliciana Bondía en el pasado pleno de diciembre, cruzan una línea roja. Insinuar que la presidenta de la comunidad de Madrid debería correr la misma suerte que Rita Barberá, es de una bajeza moral inmensa y más cuando esa declaración la realiza en el seno de un debate que ellos mismos presentaron para recriminar las acciones de odio.
¿Acaso se puede expresar más odio con esas palabras? Para abordar este problema es urgente que los representantes políticos asumamos la responsabilidad de fomentar un lenguaje más respetuoso y constructivo. La crítica política es esencial, pero debe basarse en argumentos sólidos y no en ataques personales. Debe ser un consenso por parte de todos. Cuando se utiliza un lenguaje divisivo y despectivo, se crea una atmósfera que fomenta la hostilidad entre ciudadanos. Esto no solo afecta las relaciones interpersonales, sino que también mina la confianza en las instituciones democráticas que de por sí ya están minadas. La pérdida de confianza en el sistema puede conducir a la desafección política, socavando así la participación ciudadana y debilitando la salud de la democracia.
Como portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento y líder de la oposición, me comprometo a que ni yo ni ninguno de mis compañeros de partido realicen declaraciones ofensivas contra ningún miembro de cualquier partido político, pero de la misma manera lo exigiremos al resto de fuerzas políticas. Es por ello que me veo en la obligación de denunciar las declaraciones de la concejal socialista Feliciana Bondía y solicitaremos su reprobación en el próximo pleno del ayuntamiento de Moncada. Lo más preocupante de esto es que el PSOE y Compromís, están normalizando este tipo de comentarios por parte de dicha concejal, y debemos alzar la voz y decir BASTA YA y poner fin a este tipo de comentarios despectivos.
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