Juan Benito Rodríguez Manzanares El
confinamiento de excepción al que nos ha llevado la pandemia coronavírica que
estamos padeciendo ha llegado a la séptima semana, y, aunque todos sabemos que
es por nuestro bien, no deja de ser un verdadero suplicio estar incomunicado,
pues los humanos somos una especie gregaria y social, y por ello, necesitamos
estar en contacto con otras personas afines con las que compartir viandas, conocimientos,
experiencias, vivencias…
Mas, como
además también somos una especie con muchos recursos, estamos intentado suplir
esa falta de contacto físico, esa falta de abrazos y de poder realizar nuestros
habituales quehaceres, con todo tipo de actividades «en línea».
Así, si eres
un amante de la ópera, el Teatro Real de Madrid y la Metropolitan
Opera House, ponen a nuestra disposición un extenso repertorio de obras
con las que poder disfrutar en esos largos días de confinamiento.
Pero no sólo
los buenos melómanos están de enhorabuena, pues el Museo del Prado
periódicamente hace un recorrido virtual por las diferentes salas del museo comentando
las virtudes y bondades de un cuadro y de su pintor.
Y, además de
estas actividades culturales, también debemos poner en valor todo el esfuerzo
que están realizando los gimnasios y academias para ofrecernos todo tipo de
clases, cursos, seminarios, conferencias, visitas 3D, y cuanto pueda realizarse
a través de una pantalla de manera más o menos interactiva.
Pero, no
debemos olvidar que todo lo antedicho, se está desarrollando dentro de un marco
excepcional que está desembocando en una nueva manera de percibir la vida que
los medios de comunicación han bautizado como Nueva normalidad. Mas,
no olvidemos que la normalidad
es aquello que en un principio era anormal, pero con el uso y el paso del
tiempo llegamos a acostumbrarnos a ello.
Por todo lo comentado, llegué al razonamiento
de que, en esta ocasión, voy a comentar el libro Rebelión en la granja,
publicado en 1945, del escritor Eric
Arthur Blair (1903-1950), más
conocido como George Orwell, siendo esta novela una gran sátira del
régimen zarista.
Y, a pesar de estar publicado hace 75 años, su
argumento sigue siendo tan vigente que, bien pudiera parecer que el libro se
publicó ayer por la tarde.
La novela se desarrolla en una granja llamada,
en un principio, Granja Manor, donde su dueño, el señor Jones, algo
dado a la bebida en los últimos tiempos, intenta llevarla adelante cada vez con
menos acierto e interés. Así pues, el cerdo llamado Viejo Mayor reúne a
los animales, y haciendo alusión a que el señor Jones no les da todo lo
que merecen y precisan, propone realizar una rebelión, con la que consiguen
expulsar al señor Jones de su propia granja.
El Viejo Mayor muere, pero los cerdos se
auto proclaman dirigentes de la granja y se ponen al frente de la misma, a la
cual le cambian el nombre por Granja Animal. Y para su nueva normalidad,
proponen siete normas con las que todos los animales están de acuerdo.
1. Todo lo que camina sobre dos pies es un
enemigo.
2. Todo lo que camina sobre cuatro patas,
nade, o tenga alas, es amigo.
2. Ningún animal usará ropa.
3. Ningún animal dormirá en una cama.
4. Ningún animal beberá alcohol.
5. Ningún animal matará a otro animal.
6. Todos los animales son iguales.
La Granja Animal comenzó a funcionar muy
bien, e incluso tuvo un momento de prosperidad donde todos los animales eran
más o menos iguales y convivían felizmente, aunque siempre bajo la supervisión
de los cerdos, los cuales poco a poco se fueron auto concediendo numerosos
privilegios, como levantarse una hora más tarde que los demás, ir a vivir a la
casa del expulsado granjero, o beber alcohol.
Mas, los dos cerdos líderes se enfadan entre
ellos, y Napoleón, el cerdo dominante, expulsa de la granja a Snowball
el cerdo que quería hacer prosperar la granja enseñando e instruyendo a todos
los animales de la misma.
Napoleón se convierte en el mando supremo de la granja, al que comienzan a llamar
«nuestro líder», y debido a su codicia y su ambición de poder, se convierte en
un auténtico dictador que somete a la granja en todos los sentidos, ayudado por
los perros, que eran su escolta personal. Se olvida totalmente de los motivos
que los llevaron a la rebelión, y con ello, comienza a tomar los hábitos y
vicios humanos, como vestirse con ropas, dormir en camas y erigirse para
caminar en dos patas, cosas que prohibían sus normas, así que, sin ningún
pudor, modifica algunas de ellas para adaptarlas a lo que estaba haciendo,
quedando de esta manera:
Ningún animal dormirá en una cama con sábanas
Ningún animal beberá alcohol en exceso
Ningún animal matará a otro animal sin motivo
Finalmente, los cerdos comienzan a comerciar
con los humanos arrebatando a los demás animales lo que producían, como lo
hiciera el señor Jones. Se hacen amigos de los humanos y dejan a un lado
a los animales, a los que utilizan tan sólo como fuente de ingresos para vivir
una gran vida a costa de los esfuerzos de estos.
Los granjeros acaban aceptando a los cerdos
como interlocutores válidos, aunque la vida en la granja fuera más dura, y con
unas condiciones de trabajo mucho peores que cuando la regentaba el señor
Jones, llegando incluso las raciones de comida a ser mínimas, y el trabajo
máximo. Las normas se reducen a una sola:
Todos los animales son iguales, pero algunos
animales son más iguales que otros.
Tras ver la deriva de la granja, la yegua Mollie
decide abandonar la Granja Animal para ponerse de nuevo al servicio de
los humanos en una granja vecina.
La novela finaliza con una lapidaria frase
que bien merece unos minutos de reflexión:
«No había duda de la transformación ocurrida
en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del
cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre;
pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro».
Moraleja: como esta novela se presta a muchas
interpretaciones, cada uno que extraiga la que estime oportuna.
Desde mi enclaustramiento hogareño en mi
Valencia natal (España), tan sólo me queda por decir que…
Valencia es sinónimo de cultura.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia