Enric Valls. EPDA Consuelo acude a consulta recomendada por una antigua compañera. Consuelo está casada, tiene 54 años y vive con dos hijos adolescentes. Desde hace más de tres años que se encuentra diagnosticada con depresión.
Consuelo solicita ayuda urgente, pues siente disfrutar cada vez menos de la vida en general: “No tengo ganas de hacer nada, me cuesta mucho levantarme, no me gusto a mí misma, el mundo es cruel”.
Desgraciadamente el caso de Consuelo, es muy frecuente en las consultas psicológicas. Si nos disponemos a buscar sobre el porcentaje epidemiológico en la población general que presenta un cuadro de depresión mayor encontramos según la OMS que 1 de cada 4 personas ha tenido durante algún momento de su vida depresión. De hecho, un 25% de la población mundial ha tenido o tiene actualmente depresión según dicha fuente.
Cuando hablamos de depresión, hablamos de un trastorno grave, de una enfermedad mental y emocional. La depresión no es un duelo, no es tristeza puntual ni un problema de voluntad. La depresión tiene un componente emocional con aspectos biológicos.
En Psicología escuchamos mucho la frase “Sientes de acuerdo a lo que piensas” y efectivamente es así. La persona tiene pensamientos negativos de sí misma, afectando directamente en el ánimo, viéndose condicionadas todas las áreas de la misma. La persona no siente placer, tiene problemas para dormir, puede no comer, en definitiva, se abandona.
¿Cómo piensa una persona que tiene depresión? Les voy a decir 3 ideas claves:
Pensamientos con respecto a uno: “No valgo, no sirvo, todo me pasa a mi…” Afecta a su autoestima directamente.
Pensamientos con respecto al futuro: “Me va ir mal, todo lo que hago es malo, nunca me sale nada bien… Aparece la desesperanza.
Pensamientos con respecto al mundo: “el mundo me pone problemas, es complicado, el mundo no tiene solución...”
Si aparecen estos tres conceptos, pueden darse lugar a estadios de depresión severos. La persona tiene un pensamiento recurrente inconsciente “Haga lo que haga tengo una condena emocional, me veo en el fondo de un pozo”.
Si usted se identifica con esto o con Consuelo, no dude en acudir a un profesional para que pueda expresar toda esa tormenta de emociones y pensamientos, pida ayuda. Recuerde: Si cambiamos la manera de pensar, cambiamos nuestra manera de sentir y por lo tanto la manera de vivir.
Facebook, Twitter e Instagram
@tupsicologovlc
Comparte la noticia